Si te decimos que el entorno formado por la Iglesia de San Antón y el puente del mismo nombre es un lugar emblemático, harás bien en tomártelo al pie de la letra. Porque ambos, iglesia y puente, están presentes y bien visibles en el antiquísimo escudo de armas de la villa de Bilbao. Y es que casi hay que remontarse a los tiempos de la fundación de la ciudad para encontrarnos con las piedras originales de una y otra construcción.
La Iglesia de San Antonio Abad, que ese es su nombre completo, se terminó en 1433 y fue erigida sobre los restos de un alcázar construido un siglo antes. Se puede decir sin miedo que pertenece al gótico, aunque varios de sus elementos sean tan renacentistas como el pórtico principal, ideado por Juan de Garita en 1544, o la balconada, añadida pocos años después.
Aunque lo más llamativo seguro que es el adornado campanario barroco que culminó Manuel de Capelastegui en 1775, época en la que Mozart ya se ganaba las lentejas componiendo óperas.
Podríamos concluir, entonces, que el templo es una especie de pizza con una base de masa gótica cubierta por una mezcla de ingredientes de otras modas y otros siglos. Y también que, sin ninguna duda, se trata de algo que merece un ratito de tu atención.
También lo merece el Puente de San Antón, o Puente Viejo. El que puedes ver, sin embargo, no es el mismo que comunicaba las dos orillas de la ría hacia 1300, y desde el que se arrojaba a los delincuentes con una piedra atada al cuello. Aquel se lo llevó por delante la Historia, tan aficionada a arrasarlo todo con sus guerras y sus episodios catastróficos.
En 1870 se empezó a construir un nuevo puente, pero como habrás adivinado había otra guerra estupenda a la vuelta de la esquina, en 1873. La contienda carlista tuvo parado el proyecto algunos años, pero finalmente se puso en funcionamiento y así aguantó hasta que otra desgracia bélica, la del 36, trajo la voladura del puente. Y vuelta a reconstruirlo.
Como ves, el actual Puente Viejo no lo es tanto, y hereda un nombre que en realidad se ganaron sus antepasados. Pero sea como sea, la Iglesia y el Puente de San Antón guardan un buen trozo de la Historia de la villa de Bilbao y simbolizan su resistencia y su perenne voluntad de sobrevivir frente a viento, marea y obuses. ¿No te parece que merecen salir en el escudo de la ciudad?