Corría el año 1090, cuando a muchos cientos de kilómetros de Navarra, se trabajaba en las obras de una gran catedral románica. Concretamente, la de Santiago de Compostela. Y dirás: ¿Que tiene que ver eso con Estella? Pues verás...
El Camino de Santiago traía cada vez más peregrinos desde todos los rincones de Europa, y el asunto no se le escapó al rey Sancho Ramírez, a quien le pareció buena idea aprovechar aquello fundando una población que alojara y atendiera a los caminantes. Para sus propósitos, desvió hacia el nuevo asentamiento el recorrido primitivo hacía Galicia, favoreciendo así la ocupación del lugar por gentes llegadas del otro lado de los Pirineos.
Luego ya fue cuestión de fortificarse y dejar que, al abrigo de las murallas, fuera creciendo y floreciendo la villa de Estella. Se llenó de posadas, tiendas y mercaderes, muchos de ellos judíos, y también de construcciones románicas que, pasados un montón de siglos, siguen dándole al lugar un inconfundible sabor medieval.
Debía de estar muy bien la Estella de aquellos tiempos si nos fiamos de Aymeric Picaud. El supuesto autor de la Guía del peregrino, incluida en el Codex Calixtinus, echa pestes de otras poblaciones navarras, pero se deshace en elogios hacia esta ciudad, su comida, sus habitantes y hasta el agua de su río.
Merece la pena subir unas pocas escaleras, acercarte a la iglesia de San Pedro de la Rúa y admirar un rato sus viejas piedras románicas. También románicas son las de Santa María Jus del Castillo, un templo del siglo XII que, según se dice, se levantó sobre una antigua sinagoga. Del mismo siglo, y del mismo estilo, es el Palacio de los Reyes de Navarra, uno de los escasos ejemplos de románico civil en toda Europa.
Desde luego, por románico no va a quedar en Estella; y puedes añadir a la lista la iglesia de San Miguel, que además guarda varios tesoros en su interior. Y cómo no, la iglesia del Santo Sepulcro, empezada en el románico y acabada en el gótico. Algo que queda bien claro en su aspecto exterior porque lo que es el interior, permanece cerrado desde 1881.
¿Y el Puente Picudo, también es románico? estarás pensando. Pues no. Ese que ves hoy cruzando el río Ega no es románico, aunque imita al primitivo, que sí lo era. El original saltó por los aires en 1873, gracias a la Tercera Guerra Carlista. Fue una pena, pero el patrimonio monumental de Estella, o Lizarra, resulta impresionante de todas formas, y un paseo por sus calles deja bien claro que nos encontramos en una de las mayores joyas de la Ruta Jacobea.