Si se dice del Barça que es más que un club, del estadio de San Mamés podría decirse que es más que un estadio. Se trata de un gigantesco símbolo bilbaíno, estando demasiado ligado a la identidad de la ciudad como para que no te acerques a verlo. Da igual que no te guste el fútbol, créenos.
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Si se dice del Barça que es más que un club, del estadio de San Mamés podría decirse que es más que un estadio. Se trata de un gigantesco símbolo bilbaíno, estando demasiado ligado a la identidad de la ciudad como para que no te acerques a verlo. Da igual que no te guste el fútbol, créenos.
Lo que encontrarás hoy al final del Ensanche de Abando, pasado el puente de Deusto y casi casi en las afueras de Bilbao, no es el estadio original. Ese fue inaugurado en 1913 para un club de fútbol que ya existía desde 1898, ahí es nada. Y se levantó en un lugar en el que, pegada a un asilo, había una capilla dedicada a ese santo que no te sonaría de nada si no fuese por el Athletic. Él dio nombre al estadio y quizá nunca te hayas preguntado quién fue, pero nosotros te lo vamos a contar…
Dice la tradición que San Mamés nació en Capadocia (Turquia) en tiempos de persecuciones a los cristianos, y que siendo adolescente fue arrojado a los leones. Parece ser que las fieras habían cenado bien la noche anterior y no atacaron al joven, que de todos modos murió atravesado por un tridente y, según la leyenda, fue llevado al Cielo por los ángeles.
Un nuevo santo y mártir se sumó así a los muchos que por entonces había. Y un montón de siglos después, ya ves cómo son las cosas, terminaría siendo famoso por estos pagos gracias a una portería, un balón y un equipo conocido, justamente, como los leones. O mejor dicho, los leones de San Mamés.
Pero volvamos a la mole que tienes delante. El nuevo San Mamés fue obra de César Azcárate y se inauguró en 2013, cien años más tarde que el original. Poco después, en 2015, recibió el premio al mejor edificio deportivo del mundo de nueva construcción, otorgado por el World Architecture Festival, y hoy presume de unas flamantes instalaciones que le han valido la elección como sede para la Eurocopa 2020. ¡Casi nada!