En el año 1849, los terrenos que había "al otro lado" del Puente de Santa Catalina tan solo eran arenales y marismas, que ni siquiera formaban parte de la ciudad, y que fueron vendidos por el Ayuntamiento a don José Gros. A esta zona se le conocía con el nombre de la Zurriola, una denominación tan antigua que ya figuraba en documentos del año 1278.
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En el año 1849, los terrenos que había "al otro lado" del Puente de Santa Catalina tan solo eran arenales y marismas, que ni siquiera formaban parte de la ciudad, y que fueron vendidos por el Ayuntamiento a don José Gros. A esta zona se le conocía con el nombre de la Zurriola, una denominación tan antigua que ya figuraba en documentos del año 1278.
Para empezar, el nuevo propietario inició una ambiciosa obra de relleno, ya que las aguas llegaban hasta cerca de la Calle de Miracruz y a la nueva zona que iba apareciendo le puso el nombre de su apellido: Gros.
Al decidir el Ayuntamiento, en 1892, agilizar las obras sobre estos terrenos, tuvo que llegar al siguiente acuerdo con la propiedad: Ésta costearía la construcción de un muro de contención para el mar, que se situó a la altura de la actual Calle Gran Vía. A cambio, el Ayuntamiento compraría los nuevos terrenos que aparecieran, para su posterior urbanización, al módico precio de dos pesetas el metro cuadrado. Y así, en 1921, con la construcción del puente de la Zurriola, el nuevo barrio de Gros quedó anexionado a la ciudad.
En lo que se refiere a la playa de la Zurriola, contaros que inicialmente llegaba hasta la calle Zabaleta. Más tarde se construyeron en esta zona unos pequeños hotelitos, que llevaron el arenal hasta su ubicación actual. En 1979, también se asignó el nombre de Zurriola a este paseo que bordea la playa. En 1995, una importante remodelación en esta zona amplió la playa, pero esta vez hacia el mar mediante un gran vertido de arena, a la par que se reurbanizó toda la zona.
Eso si, tanto en la playa anterior como en la nueva, el surf ha presidido siempre las actividades deportivas del lugar, destacando la ola de derechas de Mompas junto a las de la zona más central, en las que se encuentran olas de izquierdas en marea baja, evolucionando a derechas a medida que llega la pleamar. Gracias a ellas, hoy la ciudad forma parte de pruebas internacionales de este noble deporte.
Acabamos con un consejo de donostiarra: Desde el extremo de este paseo, en la zona de Sagües, puedes iniciar un paseo de más de 8 kilómetros hasta el Peine del Viento sin cruzar una sola acera… Y si te parece demasiado largo, que sepas que un carril bici lo acompaña.
¡Anímate a quemar unas calorías con el mar como testigo!