Un edificio peculiar, la catedral de Santiago de Bilbao: a poco que lo mires llegarás a la conclusión de que es claramente gótico. Sin embargo, se trabajó en su construcción hasta finales del siglo XIX, quinientos años después de que lo gótico fuese lo último de lo último.
Curiosamente, si la estética de las obras decimonónicas siguieron fieles al estilo original fue porque había pasado el tiempo suficiente para que las modas medievales volvieran: ahora se llevaba el neogótico, así que todo estaba en orden.
Pero empecemos por el principio. La catedral de Santiago está hoy plantada en pleno centro de las Siete Calles, en el Bilbao antiguo. Y estaba ya allí cuando la ciudad era muy poca cosa; de hecho ya estaba, incluso, cuando Bilbao ni siquiera existía.
Entonces no tenía la condición de catedral, pero era un templo dedicado al apóstol y levantado mucho antes de que don Diego López de Haro echase su firmita en el documento fundacional de la villa bilbaína, en el verano de 1300.
En 1374, un incendio tan espantoso que pareció provocado por las mismas furias del infierno lo arrasó todo. Hasta el Papa tuvo que cambiar indulgencias por generosos donativos para levantar una iglesia nueva que, dados los tiempos y las tendencias, no podía ser otra cosa que gótica.
Los trabajos, naturalmente, fueron avanzando muy despacio, así que en los siglos siguientes hubo tiempo de añadir algunos elementos renacentistas. Pero en el XIX se completó el círculo y se volvió, como te decíamos, a una especie de fiebre por lo gótico durante la que, alrededor de 1880, se ultimó el aspecto actual del edificio. A mediados del siglo siguiente, la iglesia se iba a convertir en catedral y sede del obispado vizcaíno.
Entre las primeras obras y las últimas, el templo tuvo que sobrevivir a casi todo: a las fanáticas guerras del siglo XV, a la invasión del ejército revolucionario francés en 1794, a la de las huestes napoleónicas catorce años después y a los asedios carlistas sobre Bilbao, con una mención especialmente cariñosa para el de 1874 y la lluvia de obuses que hizo caer sobre la villa. También se mantuvo la catedral en pie cuando las terribles inundaciones de 1983 anegaron las Siete Calles.
Así que, como ves, se puede decir que estás frente a toda una superviviente de los azares y los reveses de la Historia.