De estilo inequívocamente inglés, este Palacio, que cualquiera quisiera para su lugar de vacaciones, nació precisamente para tal fin. En 1893, la reina española María Cristina se construyó este “caprichito” para tener donde pernoctar en sus continuas visitas veraniegas a San Sebastián.
Empezaremos compartiendo una curiosidad sobre el nacimiento de este Palacio de Miramar: Antes de optar por construirlo en este lugar, se barajaron otras ubicaciones, tales como las marismas de lo que hoy es el barrio de Amara, el actual Palacio de Aiete o en el fuerte del Monte Urgull. Esta última opción fue la más considerada, ya que al estar rodeada de bosque, era muy discreta. Pero el lugar se le debía quedar muy a desmano a la Reina, por lo que finalmente se decantó por un pequeño montículo situado frente a la Bahía de La Concha en el que había un monasterio. ¿La única pega? Pues que el terreno era un poco pequeño, por lo que una vez comprado a su entonces propietario, el Conde de Moriana, se añadieron al conjunto otras parcelas. E incluso se movió dicho monasterio para ganar aun más terreno, trasladándolo al inicio de la calle Matía como una Iglesia.
Se puso manos a la obra el arquitecto inglés Selden Wornum, autor de otros palacios en Biarritz y San Juan de Luz, construyéndolo en ladrillo y piedra arenisca con entramado de madera. De los jardines se encargó el habitual de la época, Pierre Ducasse, autor también de los jardines del Palacio de Aiete y de la Plaza de Gipuzkoa.
Para poder llevar a cabo el proyecto, hubo que construir un túnel por donde desviar el tranvía y la carretera que pasaba por el montículo, quedando en su parte más baja, la formación rocosa llamada el Pico del Loro, que también sirve como frontera entre las playas de La Concha y Ondarreta.
Años más tarde, a la muerte de la reina María Cristina, el Palacio pasó a manos del rey Alfonso XIII, pero dos años más tarde, en 1931, fue expropiado por el Estado. Y otros dos años más tarde, pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de San Sebastián con la condición de que pudiera continuar utilizándose como residencia de verano para el Presidente de la República, a la par que se permitió el uso de algunas zonas para otros fines culturales y educativos.
Con la llegada del franquismo, el Palacio volvió a manos de la Casa Real españolay durante cinco años fue utilizado como colegio para el entonces príncipe y posteriormente rey, D. Juan Carlos I.
Entre 1958 y 1963 diferentes parcelas fueron segregándose para construir lo que actualmente es la zona residencial del Paseo de Pío Baroja, y pasando así de sus iniciales 80.000 m2 a los poco más de 30.000 que tiene en la actualidad.
El 10 de agosto de 1972, el Palacio pasó de nuevo a ser propiedad del Ayuntamiento a cambio del equivalente a 600.000 euros, que se embolsó el entonces propietario, su Alteza Real D. Juan de Borbón y Battenberg, conde de Barcelona.
En su interior aun quedan algunas zonas originales, tales como el Salón de Música, el Salón de Madera, le Petit Salón, el Salón Blanco, la Biblioteca y el Comedor Real. Otras estancias han ido remodelándose para poder ser un espacio más funcional, ya que tanto las salas como sus exteriores pueden ser alquilados para eventos y celebraciones.
En la actualidad el acceso es libre, por lo que te recomendamos visitarlo y sentarte en los bancos de sus jardines desde donde ver, imaginar y disfrutar de los contrastes entre su historia, sus jardines y el azul del mar.