En el Ensanche bilbaíno, cerca de la Plaza del Sagrado Corazón y de su polémica estatua, darás con un puente que quizá te resulte familiar si te gustan las películas de gangsters ambientadas en el Chicago de los años treinta.
Vayamos por partes. El Puente de Deusto, que así se llama lo que tienes delante, viene a ser una copia del de la Avenida Michigan, de la ciudad estadounidense. ¿Y por qué?
Pues porque, a principios de los años treinta del siglo XX, la villa de Bilbao seguía creciendo y necesitaba construir puentes para salvar la frontera que suponía la ría que cruza la población. Pero aún dependía de los barcos que entraban y salían por el Nervión cargados de mercancías, así que los puentes en cuestión debían permitir el paso a aquellos enormes mercantes que tanto hacían por la prosperidad de la ciudad.
Ricardo Bastida, por entonces arquitecto municipal, había observado los puentes levadizos de Chicago en 1926, año en que había visitado la ciudad para asistir a un congreso religioso. Total, que le pareció una buena solución para lo que necesitaban en su tierra, y, de acuerdo con el alcalde Federico Moyúa, se puso manos a la obra.
Si te fijas en la torre de control podrás distinguir la complicada maquinaria que levantaba los brazos del puente, algo que en la actualidad solo se hace de uvas a peras. Pero en su momento fue la sensación, y Bilbao acabó teniendo dos ingenios de este tipo. El de Deusto se inauguró en 1936, un año muy poco indicado para inaugurar nada… Tan poco indicado que en cuestión de meses fue volado por los aires para defender la ciudad.
La correspondiente reconstrucción le devolvería su sabor de película de Lucky Luciano, y hoy puedes recorrerlo y divisar desde allí los sobrios edificios neoclásicos de la Universidad de Deusto. Porque eso es lo que te espera al otro lado del río: una universidad levantada en 1886 y que es la más antigua de Bilbao.
La cosa es que en aquella época, la ciudad ya se había desparramado por los dos lados del Nervión, y a su opulenta burguesía le pareció necesaria una institución académica en la que preparar a sus sucesores. Lo que entonces se llamaba Colegio de Estudios Superiores de Deusto se acabaría convirtiendo, en 1916, en universidad. Y de ella saldrían los llamados a dirigir los futuros negocios y sus trámites legales, bancarios y administrativos. Grandes abogados, economistas y empresarios que, una generación tras otra, se licenciaron aquí.
A la manera de Eton o Cambridge, Deusto se encargó de formar a quienes gobernasen el rumbo de los negocios bilbaínos. Para que todo siguiera cambiando y, como se suele decir, para que al mismo tiempo todo continuase igual…