Quienes conocen este edificio en profundidad, dicen de él que es duro, hermético, misterioso… ¡Y grande!... ya que estás ante el que seguramente sea el edificio que más superficie ocupa de la ciudad.
Sustituyendo a la anterior fábrica de tabacos estatal sita en la calle Garibay, esta construcción se inauguró en 1913, tras 25 años de complejas y costosas obras junto a otras 15 fábricas construidas en ciudades como Sevilla, Málaga, Madrid, Valencia… ¿Y sabes? Todas ellas tenían algo en común: fueron levantadas a pie del ferrocarril.
Lo curioso de esta fábrica es que pese a ser un espacio productivo, por sus dimensiones, diseño y aspecto exterior, nos recuerda más bien a un conjunto palaciego, ya que combina perfectamente un lenguaje arquitectónico fabril, junto a una estética que cuida la belleza de sus líneas y la riqueza de sus materiales.
Y es que no se parece nada al de una fábrica su acceso monumental, con claras referencias a las entradas de carruajes palaciales. De la misma inspiración barroca es la escalera, pieza clave de la construcción, articuladora de espacios y generadora de huecos y vacíos, pero con los con criterios funcionales fundamentales en la época en la que se proyectó y levantó. Este edificio es una construcción única y singular dentro del patrimonio de la arquitectura industrial vasca.
Cuando se abrió, y según queda reflejado en los archivos de la época, se producían 3,5 millones de cigarrillos al día y cuando se cerró en 2002 ya se elaboraban 5 millones. En su época de máximo esplendor trabajaban más de mil personas, mujeres en su mayoría, ya que la proporción de trabajadoras y trabajadores era de 9 a 1.
De este lugar salieron millones de Farias, Celtas, Ducados y Davidoff hasta que en 2001, la empresa propietaria, Altadis, anuncio su intención de cerrar la fábrica por lo que, en 2004, el Ayuntamiento de San Sebastián, la Diputación Foral de Gipuzkoa y el Gobierno Vasco acordaron recuperar para la ciudad este gran espacio y convertirlo en un centro de cultura.
Entre el 2011 y el 2015 el edificio de Tabakalera experimenta una profunda rehabilitación cuyo objetivo fue adecuar la antigua fábrica de tabaco a las necesidades de un centro de cultura contemporánea. Los cambios más evidentes se han producido dentro del edificio, mientras que la fachada principal prácticamente se ha mantenido como tal y como era.
El resultado, de esta importante transformación salta a la vista nada más accedas a su amplio interior. ¡Disfrútalo!