Su nombre completo es Basílica de Santa María del Coro, aunque los y las donostiarras nos referimos a ella como Santa María. Alberga a la Virgen del Coro, patrona de la ciudad, junto a San Sebastián mártir. La imagen de San Sebastián Mártir está presente en dos sitios. En el exterior y en la parte superior de la fachada un nicho acoge una escultura del santo cosido a flechas. Y en el interior una pintura representa al patrón de la ciudad en el altar mayor.
Durante la Semana Grande donostiarra el orfeón donostiarra interpreta en su interior la Salve de Réfice, una obra compuesta expresamente para ser interpretada en la víspera del día de la Asunción. El Orfeón donostiarra es una centenaria institución coral amateur que, con un dilatado palmarés de premios, constituye una de las agrupaciones corales más importantes del mundo. De las que ponen los pelos de punta al escucharla…
Pero volviendo al edificio, el actual, el que tenemos ante nuestros ojos… Deciros que fue levantado a mediados del siglo XVIII, sobre el espacio que vinieron ocupando desde el siglo XII otros templos. Su base barroca viene acompañada de elementos góticos, churriguerescos y neoclásicos. A los que hay que sumar el admirado pórtico plateresco. ¡Todo un cóctel de estilos arquitectónicos!
La iglesia se apoya en el monte Urgull, pero es del otro lado de la bahía, del monte Igeldo, de donde procede la mayor parte de la piedra utilizada para su construcción. Si nos colocamos de espaldas a su puerta principal y miramos de frente nuestros ojos se toparán, allí al fondo, con la Catedral del Buen Pastor. Desde esta misma posición, a mano izquierda la calle 31 agosto, la única que sobrevivió al incendio de la ciudad durante el asalto de las murallas por las tropas inglesas en 1813 y a su derecha está el puerto de la ciudad.
El acceso al templo es ahora de pago fuera de los horarios de los servicios religiosos. No se trata de una cuota municipal, sino de la única forma que el párroco tiene de mantener el edificio en un estado digno. Una vez dentro, atrae nuestra mirada la delicada labor del retablo mayor. Pero también podemos buscar frente a la pila bautismal una cruz creada inequívocamente por Eduardo Chillida. Y si nos acercamos al coro veremos debajo un pequeño altar en el que se venera el Cristo de Paz y Paciencia. Una curiosa imagen que presidía la Puerta de Tierra, en las murallas que rodeaban la ciudad hasta 1863. Es la pieza más antigua de la basílica. Sin embargo, la pieza popularmente más venerada, por no se sabe muy bien qué razones, es una pequeña figura de San Nicolás a la que se le atribuye influencias extraordinarias a la hora de encontrar maridos, hijos o lograr trabajo… Pero sobre los logros conseguidos en estos aspectos, no nos pronunciamos.
La procedencia de la imagen de la Virgen del Coro tiene dos versiones. Para unos fue en su origen una pequeña estatuilla que remataba la barandilla de acceso al coro de la iglesia y que fue arrancada por un sacerdote prendado de ella, para llevársela a su casa y a quien una fuerza misteriosa le impidió hacerlo.
La segunda versión, menos misteriosa, defiende que fue la Real Compañía de Navegación de Caracas quien trajo la imagen desde la ciudad venezolana de Coro. Debería ser denominada, de acuerdo a esto, como Virgen de Coro.
Frente a los koxkeros de la iglesia de San Vicente, a los bautizados en Santa María se les llama josemaritarras, apelativo que viene recogido en una de las estrofas del himno a San Sebastián, tan aclamado en las tamborradas del 20 de enero.