¡Ni se te ocurra blasfemar delante de esta iglesia!
En estos muros puede leerse la sentencia: “En quien jura, en su casa no faltará mal ni llaga”
Te encuentras ante el que se suele considerar como el edificio más antiguo de la ciudad. De estilo gótico tardío, su origen está en el siglo XII coincidiendo la presencia gascona en la ciudad y que, debido a su gran devoción por el Santo y Mártir San Vicente, les llevó a levantar en este lugar sucesivos templos de madera, a medida que iban siendo afectados por otros tantos incendios. Y es que gracias a tanto aprendiz de pirómano, esta es la tercera iglesia de San Vicente construida sobre las cenizas de las anteriores, hasta que en 1507 se decidió levantarla de piedra. Obviamente no volvió a ser pasto de la lumbre.
La iglesia tiene tres naves, aunque estaba proyectada una cuarta que iba llegar hasta la calle Narrika. Al no haber más “money” se tuvo que terminar con un acabado en el que resaltan unos salientes o koxkas por donde se tenía que haber seguido la nave. Y debido a este curioso detalle, a todos los bautizados en San Vicente se les llama “koxkeros”.
En el exterior también se conserva una curiosa pila bautismal en la que fue bautizado, entre otros, el almirante Oquendo.
A lo largo de los años se han ido realizando añadidos, como las torres, el pórtico barroco o los rosetones de las fachadas… hasta la incorporación más reciente: la escultura de La Piedad de Jorge Oteiza , colocada en el atrio. La parte que da al mar tiene un carácter claramente defensiva, porque este edificio, robusto él, fue construido como anexo a las defensas de la ciudad. Y atento al detalle: En esa cara, que mira al Cantábrico, pueden verse unas pequeñas y curiosas gárgolas.
San Vicente, en sus orígenes, era considerada como la iglesia de los pobres por estar ubicada en la parte más humilde de la ciudad, en contraposición con la iglesia de Santa María donde vivía una población más pudiente. Sin embargo, este exterior tan sobrio y contundente no hace para nada justicia con el maravilloso interior, donde además de un hermoso órgano, destaca el retablo románico sobre La Pasión de Ambrosio de Bengoechea y Juanes de Iriarte, datado en 1586. También encontraremos imágenes de gran valor artístico que, hasta hace poco más de medio siglo, participaban en las procesiones de Semana Santa, tales como el Ecce Homo, La Dolorosa o el Cristo yacente.
Anímate y echa un vistazo a su interior. Se respira historia.