Si no eres de por aquí, es normal que no te suene mucho el nombre de Túbal, porque la fama se la llevó su abuelo Noé, con su arca gigante y sus infinitas parejas de animales. Pero has de saber que su nieto Túbal, tras sobrevivir al Diluvio y secarse bien los calcetines, se vino a la Península Ibérica. Una vez aquí, paseando por lo que había de ser Navarra, le entraron ganas de fundar una ciudad, y eso fue justamente lo que hizo. A esa población la llamamos hoy Tafalla.
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Si no eres de por aquí, es normal que no te suene mucho el nombre de Túbal, porque la fama se la llevó su abuelo Noé, con su arca gigante y sus infinitas parejas de animales. Pero has de saber que su nieto Túbal, tras sobrevivir al Diluvio y secarse bien los calcetines, se vino a la Península Ibérica. Una vez aquí, paseando por lo que había de ser Navarra, le entraron ganas de fundar una ciudad, y eso fue justamente lo que hizo. A esa población la llamamos hoy Tafalla.
Aunque si te falta fe para creer esta historia puedes quedarte con la otra versión. Dice que sus fundadores fueron los musulmanes llegados en el 711, y que su nombre original habría sido Altafaylla. Y la verdad es que suena a árabe, pero en realidad tampoco hay ninguna prueba concluyente al respecto. Así que no descartes a Túbal, por si acaso. Que por algo hoy da nombre a uno de los restaurantes más afamados de la zona.
Existen unos cuantos documentos medievales con referencias a la ciudad, y sabemos que la Peste Negra mandó al hoyo a casi todos sus habitantes a mediados el siglo XIV. Sabemos también que, en el siglo siguiente, los tafalleses fueron declarados francos y quedaron libres de servidumbres; y sabemos, incluso, que en la Guerra Civil de Navarra la villa dio su apoyo al Príncipe de Viana, un tipo culto y leído pero que murió antes de tiempo. Se dice que alguien puso veneno en un libro cuyas hojas solía el hombre pasar chupeteando el dedo.
El caso es que Tafalla prosperó y se fue haciendo una Historia ilustre e importante, y eso, por supuesto, se nota en sus calles y en sus piedras. La Iglesia de San Pedro, sin ir más lejos, estaba en pie ya en el siglo XII, y la que hoy es Santa María se erigió en el XIII con el nombre de San Salvador, aunque fue muy reformada en tiempos del Renacimiento. Deberías entrar en ella para ver el retablo de Juan de Ancheta, un escultor que se le considera una especie de Miguel Ángel navarro.
El Convento de las Recoletas ya es barroco del todo, y se construyó cerca de la Casa de los Mencos, que era el palacio de sus promotores; por eso hay un arco que comunica los dos edificios. También monumental y palaciega es la Casa del Cordón, una mole renacentista que en su día ocuparon los mariscales del reino y otras gentes de mucho mandar y hoy ocupan los libros de la biblioteca pública.