La Historia de Tudela tiene mucho que ver con el hecho de que la ciudad ha estado siempre muy bien situada, en esa llanura que lleva hacia cantidad de sitios y que todo el mundo la ha querido para sí en la Antigüedad.
Si bien es cierto que aqui se han descubierto restos romanos, al parecer estos no llegan a indicar claramente que por aquí hubo una ciudad en aquella época. Así que nos quedaremos con que fueron los musulmanes, quienes la fundaron allá por el siglo IX.
Aquí tuvieron su base los Banu Qasi, una pudiente y poderosa familia musulmana que llegó a hacer tan buenas migas con los reyes cristianos, que acabaron a tortas con su, hasta entonces, colega el Emir de Córdoba por ver quién se quedaba con Tudela. Así que guerrearon. Y guerrearon tanto, que al final llegaron los cristianos, en el siglo XII, y se apropiaron de la plaza.
De aquella época árabe queda hoy bastante poco; está la Iglesia de la Magdalena, construida sobre la que utilizaron los cristianos de la Tudela musulmana, y está el Puente Viejo, que probablemente fue árabe en su origen. Y poco más ha sobrevivido de la pujante población de aquellos tiempos en la que coexistían iglesias, mezquitas y sinagogas, y que dio personajes como Benjamín de Tudela, una especie de Marco Polo navarro, o el médico y filósofo Yehuda Halevi. Ambos judíos, y en cuyo recuerdo permanece hoy en día la Plaza de la Judería.
Total, que la mayor parte de lo que puedes ver fue levantado tras la Reconquista, y se conserva lo suficientemente bien como para hacer de esta ciudad un lugar inundado de Arte y de Historia que hay que ver.
La Catedral de Santa María se empezó a finales del siglo XII y como solía pasar con las catedrales: se sabía cuándo se empezaban pero no cuándo se terminarían. Así que en ese largo proceso se hicieron en ella importantes modificaciones en los tiempos del barroco. Aunque para arte barroco, el que puedes encontrar visitando San Jorge el Real, un templo del XVII que perteneció a los jesuitas.
Tampoco le faltan a Tudela solemnes casas nobles, construidas por quienes quisieron, y pudieron, exhibir su poderío en un enclave de tanta importancia en aquellos años. Fue el caso de dos marqueses; el de Huarte y el de San Adrián, que en diferentes épocas levantaron sendos palacios a los que deberías acercarte en tu paseo por esta ciudad.
No dejes de ver tampoco la Plaza de los Fueros, que es la más importante de la población y que en tiempos hizo, como tantas otras, las veces de plaza de toros. Así que fíjate bien en sus paredes porque a lo mejor encuentras en ellas algún recuerdo de aquello.