De verdad que existen lugares en el mundo que parecen hechos para una postal. Pues bien, uno de ellos es Puentedey, al norte de la provincia de Burgos, con un pueblo prácticamente colocado encima de un alucinante y enorme arco de piedra.
Sobre dicho arco tenemos dos teorías: la primera dice que se debe a un fenómeno geológico de erosión, o sea, que entre el agua del río, la blandura de la roca y la paciencia de los siglos se fue formando esa maravilla de la naturaleza. La segunda, en cambio, sostiene que fue el mismo Dios quien, en cuestión de segundos, perforó el peñasco con su divino dedo para crear este puente… de Dios. Así que cada cual, puede quedarse con la explicación que más le encaje…
En cualquier caso, has de saber que el topónimo de Puentedey se lo debemos a la segunda teoría. Y has de saber también que a Puentedey tienes que ir, sea en coche, en moto o a pie. O en helicóptero si vas muy sobrado. Pero de ninguna manera puedes dejar de ver esta maravilla y darte una vuelta por el pueblo. Allí verás la bonita Iglesia de San Pelayo, que tiene su origen en el siglo XI, y sobre el mismo puente natural encontrarás el Palacio de Porras, con sus dos torres y un aspecto de fortificación que le viene de perlas a tu cámara de fotos.
Pero es que, además de todo esto, te espera en la zona el impresionante complejo kárstico de Ojo Guareña, uno de los mayores del mundo. Un paisaje en el que viento, lluvia y demás agentes atmosféricos han actuado sobre el mineral según sus ganas y su capricho.
El resultado son centenares de cuevas y galerías perforando un relieve de formas fantásticas que, además, conservan rastros de la remota presencia del ser humano. Hay pinturas rupestres de hace diez mil años, pisadas todavía más antiguas y vestigios que nos llevan hasta setenta mil años atrás. Junto a ello existen restos de santuarios y huellas medievales, así que todo parece indicar que durante milenios y milenios, estas grutas fueron utilizadas por el hombre de manera casi ininterrumpida. Hoy, se han encontrado en ellas cantidades industriales de nuevas especies invertebradas que hacen las delicias de los biólogos.
Un lugar singularísimo, este de Ojo Guareña. Un monumento natural atravesado por algunas rutas de senderismo y salpicado de miradores que sirven de escenario para esa postal, que ya estás tardando en visitar.