Nos decían siempre en el colegio que las palabras que empiezan por "al" suelen tener origen árabe. Y luego nos pedían que pusiéramos algunos ejemplos, así que empezábamos por almohada, seguíamos por alcachofa, almacén y Almudena.
Y es que Almudena es el nombre de la virgen patrona de Madrid, y también el de la catedral levantada en su honor. Una palabra árabe que significa muralla. Pero…¿qué tienen que ver las murallas con la virgen? Pues verás.
Corría el año 711, cuando Tarik desembarcó en el sur con intenciones visiblemente agresivas. El avance de sus ejércitos fue tan incontenible que llegó a conquistar la península enterita, más un bocado que le pegó al territorio de la actual Francia.
Durante el par de siglos siguientes, los musulmanes se entendían, más o menos, con los mozárabes y su religión cristiana, pero las cosas fueron yendo a peor y los cristianos de cerca del Manzanares tuvieron que ocultar algunos de sus objetos venerados. Entre ellos, dice la tradición, una virgen.
Cuando Alfonso VI reconquistó la ciudad en el siglo XI, no había quien encontrase la imagen de tan bien escondida que estaba, pero a base de ruegos y plegarias se obró el milagro. Pasaba una procesión por la Cuesta de la Vega cuando parte de la vieja muralla árabe se desplomó y dejó al descubierto la tan buscada virgen, intacta y a la luz de dos velas que no se habían consumido en varios siglos.
De esta bonita y verosímil historia, ocurrida en 1085, viene el nombre de la Almudena, y como recuerdo se colocó una reproducción de la imagen en el lugar donde se dice que se produjo la milagrosa reaparición.
Muy cerca está la moderna Catedral de la Almudena, cuya construcción se empezó en 1883 por orden de Alfonso XII. El rey quería que Madrid tuviera una catedral de las buenas en la que poder, además, enterrar a su añorada esposa, María de las Mercedes. Parece ser que la reina difunta era devota de la virgen en cuestión, y eso habría tenido su peso en la decisión del monarca, tan sumido en la melancolía que el pueblo acabó, ya sabes, haciéndole coplas a su desgracia.
Así que se dio comienzo a la catedral con un proyecto neogótico de Francisco de Cubas, pero las cosas se alargaron, se alargaron, y se alargaron… Y de repente había pasado un siglo.
Finalmente, la obra se acabó en 1984, y lógicamente las modas habían cambiado tanto en todo ese tiempo que el estilo neogótico se había quedado por el camino ya. Acabó prefiriéndose un aspecto neoclásico que, además, hacía juego con el Palacio de Oriente.
Ya en el año 2000, después de una eternidad en El Escorial, María de las Mercedes fue finalmente enterrada aquí. Obviamente su esposo ya no estaba para verlo…