El verdadero problema de Granada es que tener un palacio como la Alhambra hace que la gente le preste poca atención a lo demás. De eso se podría quejar, si hablara, el Generalife, y mira que está prácticamente pegado al célebre Castillo Rojo.
El porqué de su nombre aún se discute, y seguramente se seguirá discutiendo. Puede que tenga su origen en Yannat al-Arif, que vendría a significar «jardín del arquitecto» o quizá «jardín del paraíso elevado». En cualquier caso, un jardín.
Y es que el Generalife es una villa inundada de jardines en la ladera del Cerro del Sol, donde los sultanes nazaríes se daban al buen vivir entre estanques, flores, huertas y pajaritos. Parece que después de la conquista cristiana el lugar perdió parte de su brillo, pero siguió siendo tan bonito y evocador que los viajeros románticos del XIX acabarían viniendo aquí a suspirar profundamente.
Algunos de ellos, como Victor Hugo y Chateaubriand, se tragaron a pies juntillas la historia del Patio de los Cipreses, que con el de la Acequia es el sitio más emblemático de la villa. Te contamos porqué:
En el siglo XV, había por todos lados bandos que andaban siempre con ganas de bronca. Granada no fue una excepción, y aquí se odiaron profundamente los miembros de dos clanes: los zegríes y los abencerrajes. Resulta que uno de estos últimos se enamoró de Morayma, la esposa del rey Boabdil, y decidió jugarse el tipo seduciéndola y citándose con ella bajo un gran ciprés del patio. Puede que allí solo se cogieran de la mano o puede que el magreo se les fuera de las manos, pero Boabdil se lo tomó muy mal… tanto que acabó degollando a su mujer, al amante de su mujer y a otros veintinueve abencerrajes en la sala de la Alhambra que justamente lleva ese nombre.
Eso dice la leyenda, y así lo creyeron los románticos decimonónicos que empezaron a llevarse, como recuerdo, astillas del viejo árbol. Es conocido como Ciprés de la Sultana, y el pobre presenta hoy un considerable agujero gracias a ello.
Según la historia, Morayma murió por causas naturales en 1493, en Laujar de Andarax. Para entonces, Boabdil ya había entregado Granada a los Reyes Católicos por lo que parece que a su esposa no le tocó un pelo. Seguramente, no por falta de ganas sino de tiempo.
Tu decides si te quedas con la versión de la leyenda o con la histórica, ya que ninguna de ellas está clara al 100%
Mientras lo haces en mitad de estos maravillosos jardines, puedes pararte un rato a reflexionar sobre las historias, leyendas, los cipreses que hay por aquí y las manías de algunos turistas con eso de llevarse trozos de su tronco de recuerdo a casa. Mejor y menos destructivo es hacerse una fotito, ¿no?