Si te decimos que el Albaicín ya no es lo que era, quizá pienses que has llegado tarde y que ya no vale tanto la pena visitarlo. Pero no, fíjate, queremos decir justo lo contrario: el barrio sigue teniendo las mejores vistas de Granada, y, muy en particular, de la Alhambra; pero durante buena parte de su agitada historia no ha sido exactamente un sitio desde el que poder disfrutar de la panorámica. Verás:
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Si te decimos que el Albaicín ya no es lo que era, quizá pienses que has llegado tarde y que ya no vale tanto la pena visitarlo. Pero no, fíjate, queremos decir justo lo contrario: el barrio sigue teniendo las mejores vistas de Granada, y, muy en particular, de la Alhambra; pero durante buena parte de su agitada historia no ha sido exactamente un sitio desde el que poder disfrutar de la panorámica. Verás:
Acerquémonos hasta 1227: los ejércitos cristianos toman posesión de la ciudad de Baeza, hoy situada en el centro de Jaén, y la población musulmana expulsada decide ir al sur, a Granada. Al llegar se asientan en una zona fuera de las murallas a la que dan el nombre de Albaicín, que vendría a significar, según algunos estudiosos, barrio o arrabal de los de Baeza.
El asentamiento creció y ganó importancia durante los dos siglos siguientes; se fue llenando de gente, mezquitas y aljibes, y su laberíntico trazado quedó dentro de las nuevas fortificaciones. Pero pasaron las décadas, y un día se presentaron Isabel y Fernando al mando de un ejército y con cara de pocos amigos. Los reyes hispanos tomaron la ciudad en 1492 y las cosas cambiaron drásticamente para los pobladores del Albaicín.
La tolerancia en la Granada reconquistada no fue, según parece, la que se había pactado. Los musulmanes que no habían querido seguir a Boabdil y se quedaron en el arrabal pasaron a ser los perdedores; personas de quinta categoría que vieron cómo sus condiciones de vida empeoraban rápidamente y cómo la tensión y el descontento se respiraban en el barrio. Entre eso y la oscuridad de las callejuelas y recovecos, el superpoblado Albaicín pasó a ser un lugar de los que hoy llamaríamos chungos y excluiríamos de las visitas turísticas.
Tiempo después vendrían las expulsiones de los moriscos y la decadencia progresiva de una zona que, con maravillosas vistas y todo, no iba a remontar el vuelo hasta hace bien poco. En el siglo XX, tras su renacimiento particular, el Albaicín fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1994; y hasta se hizo famoso cuando a Bill Clinton se le ocurrió decir que, desde uno de sus miradores, se podía contemplar la puesta de sol más bonita del mundo.
Así que, salvo que te haya coincidido un día de lluvia, ¡tienes que comprobarlo por ti mismo!