Si uno se pone a leer sobre Valladolid, acaba con la sensación de que la mitad de los grandes nombres de la Historia de España tienen algo que ver con la ciudad. Y eso que, hace escasos mil años, por aquí no había gran cosa...
Fue entonces, a mitad de la Edad Media, cuando Alfonso VI de León impulsó su repoblación. Se construyeron algunos edificios religiosos, que eran los que daban categoría y atraían fieles, y en cuestión de cuatro días Valladolid se convirtió en una ciudad cortesana y mimada por los reyes.
De aquella urbe medieval no queda mucho, pero la plaza de San Pablo tiene su origen en el siglo X. No olvides visitarla, porque la historia ha dejado en ella piedras y acontecimientos de lo más rotundo: en el Palacio de Pimentel, por ejemplo, nació Felipe II, que siendo monarca residiría en el Palacio Real, como su padre Carlos V y su hijo Felipe III. También Napoleón se alojó en ese edificio mientras intentaba doblegar a los revoltosos españoles.
El mismo Felipe II apoyó la reconstrucción de la Plaza Mayor después de que un incendio arrasara buena parte de la villa. Las de Madrid y Salamanca se inspirarían más tarde en este espacio, en el que se aplicaron ideas urbanísticas entonces revolucionarias en tierras hispanas.
Y es que, por aquellos tiempos, Valladolid era una de las grandes ciudades imperiales. Hasta iba a convertirse en capital bajo el reinado de Felipe III, aunque eso fue más bien resultado de una astuta maniobra del duque de Lerma. En 1601, el caradura de él aprovechó su condición de favorito del monarca para convencerle y trasladar la capitalidad de Madrid al Pisuerga con el único objetivo de pegar un pelotazo urbanístico. Al cabo de cinco años, le comió la oreja al monarca para volver a Madrid y repitió la operación, forrándose de nuevo. Debe de ser por eso que no hay ningún monumento en Valladolid dedicado al retorcido duque.
La verdad es que tampoco hace falta, porque necesitarás el tiempo para ver con calma la catedral, los templos de San Miguel y San Pablo o la Iglesia de Santa María la Antigua. También para imaginar cosas, porque ésta es tierra de leyendas; y las mejores, claro, son las que tienen al Demonio de protagonista. Una de ellas envuelve al Puente Mayor y otra, a cierto objeto que puedes ver en el Museo Provincial. Es conocido como Sillón del Diablo y gracias a su truculenta historia no apta para todos los públicos, que incluye niños descuartizados, nigromancia e Inquisición, hoy se dice que no es muy buena idea sentarse en él. Así que te avisamos, por si acaso...
Y rematamos ya contándote que allá por 1605 en esta ciudad vivió el escritor Miguel de Cervantes. Hoy puedes visitar la casa donde nacieron Don Quijote de la Mancha, su escudero Sancho Panza, su amor platónico Dulcinea y, cómo no, aquellos gigantes con aspecto de molino que le hacían la vida imposible...