Antes de irte de León no puedes dejar de ver la Casa Botines. Una obra del genial Antonio Gaudí, maestro calificado de loco por unos y de genio por otros. A veces, incluso al mismo tiempo. Otros especialistas en Arte, como el catalán Josep Pijoan, catalogaban a Gaudí de forma más suave, diciendo que el maestro había sufrido una crisis religiosa muy prolongada a lo largo de su vida...
En cualquier caso, Gaudí era así y así hay que entenderlo para entender edificios como éste. Una originalidad que parece al mismo tiempo un palacio salido de una novela inspirada por Tolkien y una casa de pisos normal y corriente.
Un detalle curioso es que según la guía escrita por Tate Cabré, esta Casa de los Botines o Casa Botines, en realidad debería de llamarse Casa Fernández Andrés, ya que esos eran los apellidos de quienes, aprovechando que Gaudí andaba por tierras leonesas levantando el Palacio del Obispo de Astorga, le encargaron, allá por 1891, este pequeño prodigio en pleno centro de León.
Si se llamó así, Casa Botines, es porque Simón Fernández y Mariano Andrés eran socios de un comerciante catalán, Joan Homs i Botinàs, quien a su vez era cliente, de un cliente de Gaudí, cuyo nombre igual te suena más: Eusebi Guëll. Sí, el del famoso parque Guëll de Barcelona.
Es por ello que en los adornos de hierro que hay en la entrada principal, verás que aparecen tanto las iniciales de Homs i Botinàs como las de Mariano Andrés. Pero ya ves… al final la voz popular ha elegido el vocablo Botines para dar nombre a este edificio.
Por lo demás Gaudí hizo lo que mejor sabía hacer: levantar una obra apabullante que trataba de no desentonar con los otros edificios de los alrededores, como el Palacio de los Guzmanes, y que además, dicha obra estuviera acorde con la Historia de la ciudad… y con el clima que iba a tener que aguantar. En el caso de León, mucho frío, lluvia y nieve. De ahí vienen esas paredes de piedra tan sólidas coronadas por unos tejados de pizarra góticos y puntiagudos que evitan la acumulación de nieve en ellos y, por tanto, el riesgo de derrumbe… Que la nieve pesa. ¡Y mucho!
Y así fue cómo Gaudí parió otra de esas obras que te dejan descolocado un buen rato gracias a detalles como ese San Jorge matando a un dragón, mezcla de caimán y lagarto, y que puedes ver encima de la puerta principal de esta Casa Botines.
Y es que edificios neogóticos hay muchos, pero ninguno como los que a Gaudí le daba por hacer en aquella época, antes de que descubriese el Modernismo en todo su esplendor. Así que aprovecha porque estás ante una de las obras menos conocidas de Gaudí, pero no por eso menos geniales.