Quizá has pensado que, ya que en Andalucía existen los pueblos blancos, en algún sitio debería de haber pueblos negros para equilibrar las cosas. ¡Pues aciertas! Ese sitio es la sierra de Guadalajara, y sus poblaciones están teñidas por la pizarra empleada en su arquitectura tradicional.
Uno de los conjuntos más extraordinarios de lo que llaman arquitectura negra es el de Valverde de los Arroyos, aunque su aspecto no es tan oscuro como podrías imaginar gracias a la cuarcita, que da más luminosidad a las construcciones. Parece que suena a chiste, pero dice la leyenda, que Dios andaba muy atareado con la Creación y se ocupó de esta zona a última hora, cuando la luz ya escaseaba.
Pero incluso con poca luz, hay que reconocer que le quedaron muy bonitos tanto los pueblos como su entorno natural. Cerca de Valverde te esperan, por ejemplo, las Chorreras de Despeñalagua, unas espectaculares cascadas de setenta metros que se congelan en invierno y ningún visitante que se precie debería perderse. Por algo será…
El pueblo tiene su corazón en la armoniosa Plaza Mayor, un espacio que mantiene tradiciones como la del juego de bolos y que está presidido por la iglesia parroquial de San Ildefonso. Este templo fue encargado y pagado por dos hermanos frailes, naturales de Valverde, que se habían ido de misioneros a las Filipinas. Desde allí enviaron el dinero para levantar la iglesia, que se concluyó en 1854 y ha quedado como hermoso ejemplo de la peculiar manera de construir de la región. Lo que no queda muy claro es de dónde sacaron el dinero aquellos misioneros.
Bueno… Te decíamos que, quizá, Valverde de los Arroyos es el más dorado y el menos negro de los pueblos negros. Junto a la piedra, la pizarra y la madera, verás hiedras y rosales trepando por las fachadas, y verás también el cuidado que se ha puesto en conservar la estética tradicional lo más intacta posible.
Ese apego a la tradición se hace muy presente aquí, y los vecinos mantienen costumbres que dan identidad al lugar más allá de su famosa arquitectura, como la fiesta de la Octava del Corpus, declarada de Interés Turístico desde 1980.
Pero si lo tuyo es subir montañas, y te ves con ganas, fíjate bien en la silueta del pico Ocejón, a cuyos pies está Valverde. ¡Ahí tienes una excursión de las que valen la pena!