Que no, que no te has equivocado de ciudad, ni de país. Es normal que te parezca raro encontrar en Madrid un antiguo templo egipcio dedicado a Amón-Ra. Pero haberlo, haylo.
Estarás esperando que te contemos el truco: que si es un decorado, que si fue hecho con escayola por unos artesanos de la zona, o algo de ese tipo. Pues lo sentimos, ¡no hay truco! Es un templo de rotunda piedra, levantado por la asombrosa civilización egipcia un par de siglos antes de Cristo. Es más, originalmente fue levantado al lado del Nilo.
Y es que el santuario de Debod ya estaba en pie cuando la reina Cleopatra se peinaba y maquillaba marcando tendencia hasta hoy en día, y mientras Roma conseguía el control del territorio. Así que fueron algunos de los emperadores romanos, quizá Augusto, quizá Tiberio, a quienes debemos este monumento.
Pasaron los años y aquella maravilla de templo sería clausurado, como los demás lugares de culto pagano, en los albores de la Edad Media. Y así se quedó, triste y abandonado, viendo pasar los siglos, hasta que en el XIX los europeos llegaron locos por desenterrar y redescubrir todas aquellas moles que parecían de otro mundo.
Pero nada más empezar el siglo XX vinieron los problemas de verdad para este edificio. Se decidió construir una presa en el Nilo, lo que venía a significar que el incomparable patrimonio arqueológico de la zona de Nubia quedaría sumergido bajo las aguas durante una buena parte del año. Sin duda el remate final para el templo de Debod, que ya se hallaba gravemente deteriorado.
Se anunció el proyecto de una nueva presa en Asuán que anegaría para siempre la región entera, y las alarmas sonaron. La UNESCO organizó una campaña para salvar los antiguos tesoros a toda pastilla y en 1964, el estado español solicitó a Egipto la donación de este templo, cuyas piedras ya llevaban unos cuantos años apiladas y ordenadas en una isla. El gobierno egipcio aceptó, y los antiquísimos fragmentos del santuario viajaron en barcazas por el Nilo, en un carguero por el mar y en camiones por tierras españolas, hasta llegar a Madrid. El templo se recompuso en el antiguo emplazamiento del Cuartel de la Montaña y se rodeó de jardines.
Y así es como hoy tienes delante un templo original del misterioso Egipto plantado en suelo madrileño. Y no dejes de entrar y pasearte por donde seguramente también lo hicieron Augusto César y Cleopatra mientras tonteaban como adolescentes requeté enamorados.