Seguramente eso de Chamberí te sonará muy castizo, como un nombre de zarzuela. Sin embargo, su origen está en tierras francesas; en la capital de la histórica región de Saboya. Así que ya ves: tenemos un primer misterio que resolver.
No se sabe el porqué de ese nombre en pleno Madrid, pero teorías nunca faltan. Una de ellas habla de un regimiento napoleónico que acampó en la zona cuando la Guerra de la Independencia, pero al parecer, la palabra se usaba ya antes.
¿Quizá porque a Luisa Gabriela de Saboya, primera mujer de Felipe V, aquello le recordaba a su tierra? Eso es lo que dice una segunda teoría, pero tampoco pondríamos la mano en el fuego.
El caso es que aquel descampado madrileño acabó convirtiéndose en un distrito de la ciudad. Y el caso es, también, que la de Chamberí fue una de las ocho estaciones construidas cuando la modernidad trajo el metro a la capital.
Se inauguró en 1919, pero la gente, según cuentan, era bastante reacia a aquello de ir por debajo de la tierra como si fueran gusanos, decían. Tanto era así, que el asunto había traído de cabeza a Antonio Palacios, el arquitecto encargado del proyecto.
Palacios echó mano de azulejos coloridos y materiales de aspecto luminoso para que los madrileños entrasen más relajadamente en su estación. Y debió de conseguirlo, porque el lugar se mantuvo en funcionamiento hasta 1966, cuando la imposibilidad de ciertas obras de renovación llevó a su cierre.
Así que la estación quedó congelada en el tiempo, para lo bueno y para lo malo. Los accesos exteriores fueron tapiados y los años hicieron, poco a poco, de las suyas. La obra de Antonio Palacios, tan preocupado por que el lugar resultase cálido y acogedor, acabó siendo un rincón siniestro, oscuro y degradado. Y, para terminar de arreglarlo, surgieron historias y leyendas de fantasmas.
Según una de ellas, una niña huérfana había sido empujada a las vías por descubrir los amores prohibidos de un cura y una monja. Y desde entonces, el espíritu de la chiquilla se da un paseo por el andén cada año, cuando se acerca el aniversario de la desgracia.
En 2006 se decidió recuperar sus instalaciones, restaurándolas y devolviéndoles su aspecto original. Así que visitar hoy la estación de Chamberí es saltar hacia atrás un siglo entero. ¡Y sin el condensador de Fluzo de Regreso al Futuro!