Por antigua que sea Barcelona, lo que está claro es que la montaña de Montjuic estaba aquí mucho antes. Desde el principio dio abrigo a la ciudad y le sirvió de atalaya para controlar quién llegaba por mar e intuir qué intenciones traía.
Se sabe, así, que hubo en su cima una torre medieval, y que desde ella se alertaba a la ciudad cuando aparecían naves enemigas en el horizonte. La señal, si ya había oscurecido, era un gran fuego en lo alto del monte.
Pero el nombre de Montjuic, o Monte de los Judíos, parece venir de mucho más atrás. En el siglo I hubo aquí una colonia judía que, según los estudiosos, se limitaba a unas huertas y un cementerio. La comunidad hebrea, en realidad, vivía pacíficamente dentro de las murallas, en el Call o Barrio judío, y lo hizo hasta 1492. Ese año, el famoso decreto de expulsión les obligó a irse, o bien a hacer una conversión exprés al cristianismo. Y así, los judíos desaparecieron de Barcelona.
La historia de la montaña continuó, y lo hizo ligada sin remedio a su posición estratégica y a sus usos militares. Según la bandera que ondease en la fortaleza, sirvió lo mismo para proteger la ciudad que para bombardearla, como hizo Espartero en 1842 con intención de dejar claro que allí no se protestaba. Doce horas seguidas, se dice, estuvo el castillo escupiendo bombas sobre la población; y de ello debió de tomar buena nota el general Prim, que repitió la operación al año siguiente.
Los horrores en la Ciudadela siguieron al cambiar de siglo, con el castillo haciendo de cárcel durante y después de la Guerra Civil, y con sus muros sirviendo de paredón para los fusilamientos de anarquistas, presos políticos y militares.
Pero hay cosas más agradables en la historia de Montjuic, y una de ellas tiene su trascendencia científica: cuando, a finales del XVIII, se suspiraba por adoptar un sistema universal de medida que terminase con el caos de entonces. Para ello, se llevó a cabo la medición del arco de meridiano entre Dunkerque y Barcelona. El trabajo barcelonés se hizo en este monte, y de aquello saldría nada menos que el actual sistema métrico decimal.
La historia moderna del lugar también está unida al deporte, y aquí se celebró el Gran Premio de España de Fórmula 1 entre 1969 y 1975. Era un circuito urbano y tenía sus riesgos, pero la FIA solo se dio por enterada cuando un accidente mató a cinco espectadores. Entonces sí: se suprimió la carrera y se decidió que Montjuic no era un buen sitio para volar a ras de suelo.