Estás ante uno de los ejemplos del Románico urbano mejor conservado de España. Esta colegiata, construida en el año 1063, es algo más que un conjunto de arcos de medio punto y gavillas de columnas actuando como ornamentos o como parteluces.
Julio Pérez Llamazares, que fue abad y prior de este edificio allá por los locos años 20 del pasado siglo, se dedicó a escribir su Historia, contándonos como los reyes asturleoneses, después de derrotar a los musulmanes en el campo de batalla, trataron de volver a derrotarlos mediante una guerra de símbolos.
Para ello empezaron por traer reliquias de santos cristianos… Pero claro, las reliquias exigían tener un edificio acorde a su importancia. Y así fue como surgió éste, la Colegiata de San Isidoro.
Los primeros restos en llegar fueron los de San Pelayo que había sido ejecutado en Córdoba allá por el año 925, con tan sólo trece primaveras, por negarse a renegar de la fe cristiana estando como rehén en el Califato. También se trajo nada menos que, decían, la auténtica mandíbula de San Juan el Bautista, el primo del mismísimo Jesucristo.
Y finalmente, también se trajo el cuerpo de San Isidoro, que allá en el siglo VI había escrito en la antigua Hispalis, en Sevilla, la primera Historia de España después de que los godos les comieran la merienda a los pocos romanos con ganas de pelea que quedaban por Hispania.
Tal acumulación de reliquias en este edificio que ahora ves, trataba de dejar un mensaje claro a los musulmanes: “nuestra fe es más poderosa que la vuestra”. Al final, casi quinientos años después, resulta que así fue, cuando entraron en Granada los descendientes del rey Sancho I el Gordo. Pero esa ya es otra historia…
La historia de esta construcción es que se realizó con la única finalidad de albergar reliquias santas… cuyo valor, además de por sí mismas, venia marcado por la calidad de la construcción que las albergaba.
Por lo demás, no dejes de echar un vistazo al Panteón Real, el Museo de San Isidoro, la Biblioteca colegial y el Museo Oriental y Bíblico que aquí se encuentran.
Un edificio imponente que, sí o sí, ¡hay que ver!