Estás ante otra obra magnífica de aquel genio extravagante y místico que era Antonio Gaudí. Y es que aquí, el arquitecto catalán hizo lo mismo que hizo en tantos otros sitios: fijarse en el clima del entorno y buscar la manera de que su obra de arte encajase con los edificios que la rodeaban, así como con la propia Historia de la zona. En el caso de este Palacio del Obispo de Astorga fue bastante fácil. La ciudad, desde la caída de Roma, había florecido por ser sede del obispo de la región en plena Edad Media.
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Estás ante otra obra magnífica de aquel genio extravagante y místico que era Antonio Gaudí. Y es que aquí, el arquitecto catalán hizo lo mismo que hizo en tantos otros sitios: fijarse en el clima del entorno y buscar la manera de que su obra de arte encajase con los edificios que la rodeaban, así como con la propia Historia de la zona. En el caso de este Palacio del Obispo de Astorga fue bastante fácil. La ciudad, desde la caída de Roma, había florecido por ser sede del obispo de la región en plena Edad Media.
Gaudí optó por el Neogótico, muy de moda en el año 1887, que fue cuando dicho obispo, el doctor Grau, le convenció para que levantara este sorprendente edificio que, como nos dice José Fernández Pérez, director del edificio hasta el año 2014, es al mismo tiempo una catedral en miniatura, un palacio y un castillo gótico con su foso y todo. ¡Aunque sin cocodrilos!
El edificio se construyó con muchas dificultades. Primero porque el marqués de Cubas no hizo nada más que poner pegas a Gaudí. Segundo porque el dinero que se mandaba desde Madrid llegaba con mucho retraso, incluso teniendo que adelantarlo el obispo de su propio bolsillo. Y tercero porque en 1893 Gaudí dejó la obra colgada, cuando el obispo Grau, o sea su cliente, murió repentinamente y le tocó enfrentarse a la Junta de Obras por desavenencias de esas que pasan entre los que son unos genios del arte, como don Antonio, y los que se limitan al mundanal arte de cuadrar las cuentas.
Y así, decíamos, Gaudí dejó sin terminar su parte superior, hasta que Ricardo García Guereta la remató en 1914. La verdad es que hizo las cosas lo mejor que pudo y no le quedó nada mal el asunto. ¿No crees?
Aún así, el edificio lleva claramente el sello de made in Gaudí. ¿Qué otro artista podría haber ideado semejante construcción que parece salida de un cuento de hadas, de un episodio de El Señor de los Anillos o, incluso, de algún remoto rincón de “Juego de Tronos”?
Y para acabar, un par de curiosidades: La primera es que este Palacio Episcopal, resulta que nunca ha sido usado como Palacio Episcopal. Acabó siendo el Museo de los Caminos, así que consulta horarios para ver por dentro este edificio tan peculiar, en el que Gaudí dejó un buen legado de su genialidad.
Y la segunda es que si te fijas en el torreón que apunta hacia el Norte, verás que su diámetro es algo mayor que los otros. Es porque por su interior alberga una escalera de caracol que comunica todas sus plantas.