Si subes al castillo de Zuheros y te pones frente a la hermosa panorámica que ofrece, verás que predominan dos colores: el blanco de las casas del pueblo y el verde de los inmensos campos de olivos.
Esos campos han sido el medio de vida de los zuhereños desde hace muchísimo, pero en los últimos tiempos, también los visitantes han dado un empujoncito a la economía local. ¿Y qué vienen a ver? Pues, además de los maravillosos rincones y las callejuelas encaladas del pueblo, ese castillo que te decíamos, encajado en la roca por los árabes en el siglo IX y conquistado por los cristianos en el XIII. Mucho más adelante, los señores de la villa decidieron construir aquí un palacio renacentista y reformaron para ello el edificio original, así que hoy quedan restos de uno y de otro encaramados a un impresionante risco.
Pero ese risco fortificado no es lo único impresionante que vas a encontrar en la zona, porque a escasos cuatro kilómetros se abre la tierra en una enorme y alucinante gruta: la Cueva de los Murciélagos. No solo se trata de un monumento natural con fantasiosas formaciones, sino también de un yacimiento arqueológico que ha dado vestigios de sus muchos y remotos habitantes. Útiles del paleolítico, vasijas, pinturas neolíticas y huesos humanos han permanecido en el interior de la que es una de las mayores cavidades de la Península Ibérica. Parece que fue explorada por los militares durante la Guerra Civil, y posiblemente haya sido empleada, en ciertos momentos difíciles de la historia, como refugio frente a peligros y amenazas.
En el Museo Arqueológico de la localidad podrás informarte mejor y observar de cerca una buena muestra de los materiales recuperados del yacimiento, del que, por cierto, queda mucho que excavar.
El castillo, la cueva y la propia villa, con su iglesia del siglo XVI, son los tres grandes focos de atención para quienes visitan Zuheros. Pero hay un cuarto, y es el entorno de la sierra, que ofrece espectaculares escenarios naturales a los que tengan ganas de seguir caminando después de haber recorrido las empinadas calles zuhereñas.
En pleno Parque Natural de las Sierras Subbéticas te esperan algunos bonitos senderos que serpentean entre las cascadas y los cañones del río Bailón. ¡Así que anímate y desempolva las botas de trecking!