Aunque en realidad se llama Iglesia Parroquial de San Nicolás de Bari y San Pedro Mártir, al pobre San Pedro no lo menciona casi nadie. Para todo el mundo, esta es la Iglesia de San Nicolás, y para las guías de viajes, que siempre aprovechan los nombres más llamativos, es la Capilla Sixtina de Valencia.
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Aunque en realidad se llama Iglesia Parroquial de San Nicolás de Bari y San Pedro Mártir, al pobre San Pedro no lo menciona casi nadie. Para todo el mundo, esta es la Iglesia de San Nicolás, y para las guías de viajes, que siempre aprovechan los nombres más llamativos, es la Capilla Sixtina de Valencia.
Eso sí, cuando entres y veas los despampanantes frescos barrocos que decoran las bóvedas, quizá no encuentres tan exagerado ese título tan honorífico.
Estarás dentro de una construcción levantada en un lugar que fue sagrado para los romanos, los visigodos y los musulmanes. En el siglo XIII llegó Jaime el Conquistador, cristianizó la mezquita que había aquí y se la cedió a los monjes dominicos, pero hasta un par de siglos después el templo no sería reconstruido a la moda gótica.
Tiempo más tarde, sobre esa estructura gótica iba a llegar el barroco para hacer de las suyas. Se reformó y redecoró por completo el interior, y se decidió dar un paso más con una ambiciosa renovación pictórica. Por aquellos días de finales del XVII se encontraba en Valencia el prestigioso maestro Antonio Palomino, quién se encargó de diseñar un difícil y espectacular conjunto iconográfico. De lo único que no se encargó fue de pintarlo. Esa tarea se la dejó a uno de sus discípulos, de nombre Dionís Vidal.
Siguiendo el plan de su mentor, Dionís legó a la posteridad la impresionante obra que cubre la nave gótica de San Nicolás. Está formada por escenas de la vida de los dos santos titulares de la parroquia, junto a coros celestiales, vírgenes y alegorías en tal abundancia que son dos mil los metros cuadrados inundados por las pinturas.
El impacto visual de los frescos, tras la restauración de 2016, es tan poderoso que quizá olvides que este templo conserva elementos genuinamente góticos y, ya solo por ello, tiene un gran interés arquitectónico. Pero es que además, aquí encontrarás un aspecto peculiar muy poco relacionado con arcos, portadas o vidrieras.
Se trata del culto a San Nicolás, quien, según una antigua tradición, escucha los deseos de los fieles que vienen a rogar para que les resuelva sus problemas. Pero el deseo solo será concedido si se pide en este santuario durante tres lunes consecutivos, y se acude caminando y en silencio. Así que ya sabes…