Que la sierra gaditana está abarrotada de lugares increíbles es algo sabido. Pero lo de Zahara es especialmente impresionante. Con otros pueblos blancoscomparte el pasado árabe, la tradición de las casas encaladas y el gusto por las flores de colores vivos. Aunque lo más característico de esta población viene de su ubicación, perfecta para comprobar quiénes pasaban por estas montañas, ver qué caras tenían y adivinar a quién rezaban.
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Que la sierra gaditana está abarrotada de lugares increíbles es algo sabido. Pero lo de Zahara es especialmente impresionante. Con otros pueblos blancoscomparte el pasado árabe, la tradición de las casas encaladas y el gusto por las flores de colores vivos. Aunque lo más característico de esta población viene de su ubicación, perfecta para comprobar quiénes pasaban por estas montañas, ver qué caras tenían y adivinar a quién rezaban.
Si todo eso te suena a moros y cristianos, has acertado. Porque una de las cosas que sabemos de Zahara es que marcaba la frontera del reino nazarí, y que en ella se entrevistaron, allá por el siglo XIII, Alfonso X el Sabio y el sultán Ben Yusef. Resulta que al rey castellano se le había sublevado su propio hijo, y para luchar contra él pedía ayuda al musulmán. Según parece, dijo Alfonso que ya que sus hijos se convertían en sus enemigos, no sería mala idea tomar a sus enemigos por hijos.
Lo que está claro es que Zahara de la Sierra tuvo una fortaleza imponente y casi inexpugnable, de la que hoy nos queda la Torre del Homenaje, en lo más alto del entorno. ¿Y cómo tomaron los ejércitos cristianos este edificio? Pues dice la leyenda que gracias a las palomas… ¡Verás!
Por las noches, los defensores del castillo tiraban piedras al precipicio para ver si salían volando las aves. Aquello quería decir que no había peligro porque de otra forma, las aves ya habrían volado previamente al detectarlo. Los soldados cristianos se las arreglaron para llegar pausadamente al pie del abismo rocoso, mientras los pajarracos iban echando a volar poco a poco según les detectaban. Y allí permanecieron agazapados hasta que cayeron las piedras. Entonces soltaron el montón de palomas que llevaban para engañar a los de arriba, quienes se fueron a soñar tan plácidamente… Y así, es como pudieron asaltar fácilmente el baluarte.
En realidad, Zahara era tan importante que ambos ejércitos la defendieron y la asaltaron varias veces, y fue una de las victorias nazaríes en esta plaza lo que mosqueó tanto a los Reyes Católicos, que acabó impulsando el final de la Reconquista.
No queda mucho de aquella villa medieval, pero sí de los siglos posteriores. Las casas tradicionales de la sierra gaditana apiñadas en un terreno tan abrupto forman maravillosos rincones con las fuentes, los balcones y los miradores. Es uno de esos casos en los que se puede decir tranquilamente que el monumento es el propio pueblo, de arriba abajo.