Los encargados de elegir el emplazamiento de los monasterios han sido siempre unos hachas. Eso es indiscutible. Tan indiscutible como debe ser una visita a Montserrat si andas por Barcelona y no quieres perderte un espectáculo majestuoso.
Parece que la montaña de Montserrat fue un lugar sagrado al que se atribuían poderes mágicos. Un sitio perfecto para un monasterio que custodiara, pongamos por ejemplo, el Santo Grial. Pero no nos adelantemos…
Entre la leyenda y la historia aparece una primera capilla que guardaba una venerada imagen de la Virgen. En ese lugar se fundó, sobre el siglo XI, una institución monacal que creció rápidamente en tierra reconquistada gracias a su condición de santuario y a los muchos donativos que recibía. Tanta importancia ganó que pudo ampliar sus obras, atraer más monjes y lograr más independencia.
Del aspecto románico que un día tuvo, queda hoy bien poco. Cuestión de modas arquitectónicas y cuestión, también, de tropas napoleónicas. Nuestros queridos vecinos entraron a sangre y fuego a principios del XIX y se lo cargaron casi todo, así que lo que hoy puedes ver es el resultado de las reconstrucciones. Por lo demás, Montserrat conserva su carácter simbólico para Cataluña, sus monjes benedictinos, su antiquísima escuela de canto y su importante biblioteca, además de su enclave y sus sublimes vistas.
Bueno… ¿Y sobre el Santo Grial qué? No creas que nos lo preguntamos solo nosotros. El comandante nazi Heinrich Himmler, toda una joyita de personaje, también lo preguntó durante la visita que se empeñó en hacer al monasterio en 1940. Nadie entendía que, habiendo tratado los asuntos políticos en Madrid, se tomara el esfuerzo de venir hasta aquí, a un lugar que no le pillaba de paso ni por casualidad.
Himmler subió a Montserrat el mismo día que su jefe, Adolf Hitler, otra joyita, se entrevistaba con Franco en Hendaya, porque según la interpretación de una leyenda que hacían los jerarcas del Reich, el vaso sagrado podía estar en esta montaña. Hubo que recibir al nazi, claro, pero para evitar que el abad saliera en la foto con el responsable de los campos de concentración, un tal padre Ripol se tuvo que comer el marrón en su lugar.
Ripol se mantuvo firme e incluso le discutió a Himmler sobre las teorías de la superioridad racial, tan queridas de la cúpula hitleriana. Así que Heinrich, en vez del Santo Grial, encontró aquí un religioso insolente y una Virgen negra, la famosísima Moreneta. Seguramente no era lo que esperaba ni por el forro.
De hecho, hoy sabemos que es casi seguro que la mágica reliquia nunca ha estado aquí, pero subiendo a Montserrat y contemplando lo que se ofrece a la vista, no cuesta nada creer que bien podría haber estado.