A un lugar que, como Segura de la Sierra, fue declarado conjunto histórico-artístico hace casi cincuenta años, la belleza se le presupone antes de visitarlo. Y, por supuesto, nosotros te lo confirmamos. Pero además, esta villa jienense cuenta con un pasado bastante peculiar que le ha ido dando la cara que hoy podemos ver. Verás…
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A un lugar que, como Segura de la Sierra, fue declarado conjunto histórico-artístico hace casi cincuenta años, la belleza se le presupone antes de visitarlo. Y, por supuesto, nosotros te lo confirmamos. Pero además, esta villa jienense cuenta con un pasado bastante peculiar que le ha ido dando la cara que hoy podemos ver. Verás…
Son muchos los puntos de la geografía hispana que tienen huellas romanas, pero aquí estuvieron también los griegos, quienes llamaron Orospeda al monte en el que se encuentra Segura. Aunque claro, como localidad andaluza que es, su memoria está mucho más ligada a los árabes.
En manos musulmanas desde el siglo VIII, Saqura vivió tiempos de esplendor, se rodeó de murallas y edificó la que hoy sigue siendo su obra emblemática, el castillo mudéjar. Esta debió de ser una plaza fuerte casi inexpugnable, pero estaba unida a la suerte y las peripecias de al-Ándalus, y entre problemas internos, reinos de taifas y jaleos entre clanes, acabó cayendo.
¿Y quienes pasaron a controlar la villa entonces? Pues sí, los cristianos, y más concretamente los miembros de la Orden de Santiago, que administraban desde aquí todas sus posesiones en la región. Uno de sus comendadores se llamaba Rodrigo Manrique, y casi seguro que has oído hablar de él gracias a su hijo. ¿O no te suenan las Coplas por la muerte de su padre? Pues ese padre era Rodrigo, y esas coplas las escribió Jorge Manrique, quien probablemente nació en Segura de la Sierra hacia 1440.
También pasó por aquí el jovencito Carlos V, en cuyo honor se construyó, junto a la Iglesia de Nuestra Señora del Collado, una fuente renacentista que muestra el escudo de armas del de Habsburgo. En el mismo siglo, el XVI, llegaban los jesuitas a la villa y levantaban otra iglesia que utilizarían durante algo menos de doscientos años, el tiempo que tardaron en ser expulsados por Carlos III a causa de sus maniobras contra el monarca.
Pero si quieres ver algo realmente curioso, acércate a la plaza de toros del pueblo. Se trata de un antiguo patio de armas de forma cuadrangular, situado en la ladera de un monte cuya pendiente hace las veces de grada. O sea, que cuando hay algún espectáculo, todo el mundo puede verlo gratis. Además, la plaza está pegada a una torre que es uno de los restos de las antiguas murallas que aún permanecen en pie.