Nadie en su sano juicio va a discutir lo bonita que es la isla de Mallorca, lo idílicas que son sus calas ni lo buenas que están sus ensaimadas. Así que, dicho todo eso, vamos a ocuparnos ahora de su capital: esa ciudad que los árabes llamaron Madina Mayurqa.
Aquí había un asentamiento mucho antes de que Roma ocupara la isla, en el 123 antes de Cristo; y se trataba, probablemente, de gente pacífica, pero también capaz de defenderse que no veas gracias a su maestría con la honda. Los temibles honderos baleáricos ponían la piedra donde les daba la gana, y tanto era así que sus servicios fueron reclamados por el ejército cartaginés primero y por las tropas romanas después.
Fue Roma quien dio a Palma el nombre que muchos siglos después recuperaría, pero entremedias iban a pasar por aquí bárbaros, bizantinos y musulmanes. Estos últimos dejaron su sello en el trazado laberíntico de ciertas zonas de la ciudad, en construcciones como el Palacio Real de La Almudaina o como en los típicos baños árabes y en algunas otras que hoy se encuentran, básicamente, bajo tierra.
Porque, como suele ser lo habitual, la ciudad fue reconquistada por los cristianos. En este caso fue en la nochevieja del año 1229, cuando Jaime I les birló a los islámicos la población. Y aunque no está claro si tuvo tiempo de tomarse las doce uvas, es casi seguro que ya estaba pensando en tirar la mezquita y levantar un enorme templo dedicado a Santa María. ¿Y por qué tan rápido? Pues porque un temporal había estado a punto de echar a pique las naves del monarca, y este había hecho una promesa a la Virgen si las libraba de la catástrofe.
Así que, efectivamente, se construyó la singular Catedral-Basílica de Santa María de Palma, conocida como “La Seu”. Las obras duraron siglos, como casi siempre pasaba, y hoy puedes ver aquí uno de los más imponentes templos góticos de Europa y uno de los mayores rosetones que existen en una catedral de ese estilo.
También góticos son la lonja y el Castillo de Bellver, con su planta redonda. Una verdadera rareza arquitectónica que deberías visitar y que queda a tiro de piedra… o de honda mejor dicho. Después, desde la Fundación Pilar i Joan Miró hasta el peculiar Pueblo español construido en los sesenta, son muchas las cosas que merece la pena ver en esta ciudad. Todo es cuestión de tiempo, así que ya sabes: madruga un poquillo y a descubrir maravillas.