Sin ninguna duda la Historia de Mondoñedo está a la altura de tan hermoso y mágico lugar. Verás: Todo empieza con un grupo de cristianos que, en el inicio de la Edad Media, llegaron desde Britania a las costas gallegas. Cerca del mar levantaron una iglesia llamada San Martín de Mondoñedo que acabaría siendo catedral, pero había un problema: los vikingos se dejaban caer de vez en cuando por la zona y lo arrasaban todo, tal y como tenían por costumbre.
Los religiosos, visto lo visto, decidieron retirarse al interior y levantar otra catedral. Alrededor de ella creció un pueblo que, tomando el nombre del antiguo templo, se llamó Mondoñedo. Con el tiempo llegó a ser capital de una de las provincias gallegas y se llenó de casas blasonadas y edificios religiosos que hoy forman un extraordinario conjunto histórico. Su corazón está en la Plaza de España, frente a esa catedral que llaman la arrodillada debido a su poca altura. A unos cuantos metros, la estatua del genial Álvaro Cunqueiro nos observa mientras recuerda, seguramente, leyendas fantásticas.
Y es que a Mondoñedo, ya decíamos, no le faltan historias. En esa misma plaza rodó la cabeza del mariscal Pedro Pardo de Cela, un noble que cometió el mortal error de enemistarse con los Reyes Católicos. Se dice que la esposa del mariscal consiguió, en el último momento, el perdón de los monarcas, y galopó frenéticamente para llegar a tiempo de evitar la decapitación. Lo habría logrado si en un viejo y hermoso puente, hoy llamado del Pasatiempo, no la hubiesen retenido el ratito justo para que bajase el hacha del verdugo.
En Mondoñedo también abundan los conventos, las iglesias y las piedras ilustres. Harás bien en verlo todo con calma y en visitar el magnífico museo catedralicio, que entre otras cosas guarda una curiosa colección de ropajes usados por los antiguos obispos en las grandes ocasiones. Pero además de recorrer el casco histórico mindoniense, debes acercarte a la alucinante Cueva del Rei Cintolo, sobre la que hay, naturalmente, otra leyenda que contar.
Cintolo, señor de estos lugares, tenía una hermosa hija, la princesa Xila, a la que un montón de pretendientes querían llevarse al huerto. Al final se enamoró de un joven conde, pero uno de los rechazados, que sabía de artes mágicas, no se lo tomó muy bien. Enloquecido por los celos, lanzó un hechizo que sepultó al reino de Cintolo en las entrañas de la tierra, petrificando para siempre a Xila, habitantes, animales y cosas. Así que si consigues deshacer el encantamiento, tendrás, sin duda, la eterna gratitud de ese monarca y su hija.