En Bonilla de la Sierra hay algunas cosas que no encajan con lo que suele ser el típico pueblecito castellano. Por ejemplo, los restos de unas señoras murallas, un señor castillo y una excepcional iglesia gótica. Pero, ¿qué hacen aquí todas esas cosas?
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En Bonilla de la Sierra hay algunas cosas que no encajan con lo que suele ser el típico pueblecito castellano. Por ejemplo, los restos de unas señoras murallas, un señor castillo y una excepcional iglesia gótica. Pero, ¿qué hacen aquí todas esas cosas?
Para averiguarlo nos toca viajar a la revoltosa, complicada y apasionante Edad Media. Más concretamente, al período en que todavía eran frecuentes las sangrientas incursiones musulmanas. O sea, un momento en el que no podías vivir tranquilo si no contabas con unas buenas y contundentes defensas. Y justamente para eso se levantaron los baluartes y la fortaleza de Bonilla, en torno al siglo XII. Eran tiempos en los que nacieras cuando nacieras, te iba a tocar vivir un lío sí o sí.
El destino de la población, sin embargo, iba a unirse muy pronto al poder eclesiástico. Se convirtió en propiedad del Obispado de Ávila, que reforzó las murallas e hizo construir la espléndida Colegiata de San Martín. Aunque Bonilla, cuyo nombre viene, al parecer, de Bona Villa, acabó siendo también otra cosa: el retiro de verano de los señores obispos, que usaban el castillo de la localidad para pasar sus vacaciones al fresco. Alguno, según dicen, solía estirar un poco la temporada de descanso y acababa viviendo más tiempo en el pueblo que en la capital.
Pero la cuestión es que la pequeña corte que acompañaba a los prelados le sirvió al lugar para ampliar su importancia, crecer y desarrollar su comercio. En el Castillo de Bonilla discutían reyes, autoridades religiosas y poderosos nobles, así que lo que había alrededor tenía que estar a la altura. También residió y falleció aquí Alonso Fernández de Madrigal, conocido como el Tostado. Fue obispo abulense y un destacadísimo intelectual en el siglo XV y su sabiduría llegó a ser tan célebre que dio origen a la frase «saber más que el Tostado».
Es verdad que el estado de la fortaleza de Bonilla ya no es el mejor, y que la época dorada de la villa queda ya muy lejos, pero este sigue resultando un lugar inspirador e impresionante. La Plaza Mayor, con los clásicos soportales, es el mejor sitio para contemplar la colegiata del siglo XV y si recorres las piedras medievales de las calles, encontrarás también casonas blasonadas y algunos antiguos palacios. Sólo te faltará acercarte al bonito Puente de Chuy, de origen románico, para poder decir que tú, de Bonilla de la Sierra, sabes más que el Tostado.