Deja que te digamos que, si andas por tierras alicantinas, deberías acercarte a Santa Pola. ¿Y por qué? Pues verás...
Si para empezar te estás preguntando de dónde viene el nombre, lo sentimos: lo mismo se preguntan muchos estudiosos y tampoco han llegado a una conclusión definitiva. Puede que se deba a San Pablo, puede que al mismísimo dios Apolo, o puede que a ninguno de los dos...
Pero, topónimos aparte, no hay duda de que la clave de la historia de Santa Pola está en el mar. Por él, desde tiempos remotos, llegaron los comerciantes con sus mercancías y los soldados con sus espadas. Ya en el siglo IV antes de Cristo había aquí un poblado ibero amurallado que hacía sus negocios con los griegos, aunque quienes terminarían apropiándose del lugar serían, como casi siempre, los romanos.
El Portus Illicitanus fue, a partir del siglo I, un enclave básico para los asuntos de Roma en la región. De entonces quedan vestigios de una necrópolis, de almacenes y de una factoría en la que se fabricaba el garum, una salsa de pescado con supuestas propiedades afrodisíacas muy apreciada por los ricos de la época. Seguramente se la podían permitir los propietarios de El Palmeral, una señorial villa romana cuyos restos también conserva Santa Pola, y en la que, entre mosaicos y estancias, se aprecia un lugar para el culto a la diosa Venus, protectora de los marineros.
Tras el derrumbamiento del imperio, el puerto quedó en desuso y son pocas las noticias que existen de él hasta finales de la Edad Media. Ya en el siglo XVI, las preocupaciones de los Austrias por las gamberradas de los piratas berberiscos iban a dejar su recuerdo en esta costa: el Castillo-fortaleza es una impresionante y renacentista obra militar levantada en esa época, y junto a las torres vigía defendió la población hasta que los dichosos piratas decidieron cambiar de oficio.
Las torres del Tamarit y de Escaletes estaban permanentemente comunicadas por si se avistaban navíos enemigos, y la primera de ellas, como verás, se halla en un paraje espectacular: una de las lagunas del Parque Natural de las Salinas de Santa Pola.
También te recomendamos una visita al puerto, heredero de aquel Portus Illicitanus. Aunque muchos de los turistas que lo frecuentan no hayan oído hablar nunca del garum... Tú ahora ya sabes que aquí se fabricaba esa preciada salsa y que propiedades tenía.
