Si los ilicitanos, que es como se llaman los habitantes de Elche, viven hoy entre cientos de miles de palmeras es, entre otras cosas, porque Jaime I no permitió que las arrancaran durante la reconquista, ya que esta planta se relacionaba con los árabes y por ello los cristianos las solían arrasar.
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Si los ilicitanos, que es como se llaman los habitantes de Elche, viven hoy entre cientos de miles de palmeras es, entre otras cosas, porque Jaime I no permitió que las arrancaran durante la reconquista, ya que esta planta se relacionaba con los árabes y por ello los cristianos las solían arrasar.
Corría el año 1265 y el rey aragonés, junto al castellano Alfonso X, acababa de echar de la ciudad a los musulmanes. Y claro, aquel inmenso palmeral era todo un sello de identidad de la cultura árabe, que lo había plantado, quizá, por nostalgia de los lejanos desiertos que habían abandonado.
Así que afortunadamente, el palmeral sobrevivió y llegó a nuestros días para recoger los honores de la UNESCO y ser declarado Patrimonio de la Humanidad. Pero también para darle a la ciudad de Elche un rasgo que la distingue de todas las demás, porque, ¿cuántos palmerales como este crees que hay en Europa? Pues ninguno, en efecto.
Aunque aquí pueden presumir de más cosas únicas. El Misteri, o Misterio de Elche, es también un tesoro cultural, pero este no se puede tocar ni oler. Solamente se puede representar, porque se trata de una obra de teatro religiosa que data de finales de la Edad Media y lleva escenificándose sin interrupción hasta hoy. Hay que pararse a pensarlo porque un record así no es cualquier cosa.
Los días 14 y 15 de cada mes de agosto se interpreta el drama entre los muros de la Basílica de Santa María, desde cuya cúpula se hace ascender y descender a los personajes celestiales de la obra con artefactos que tienen también origen medieval. ¡Y no te vayas a creer que es poca altura!
Tampoco creas que ese es el único misterio de Elche. Porque además de contar con monumentos como la Torre de Calahorra, una antigua fortificación árabe que sirvió también de sede masónica, esta ciudad es famosa gracias a uno de los iconos más enigmáticos de la cultura ibérica.
Hablamos de la Dama de Elche, claro. Y fíjate si será enigmática que ni siquiera está claro que sea una dama. La escultura se encontró en 1897 en La Alcudia, a poca distancia de la ciudad. Después fue vendida a Francia y expuesta en el Louvre mientras los estudiosos se devanaban los sesos intentando clarificar su origen y su autenticidad. Finalmente volvió a España, y se dice que hasta Heinrich Himmler le prestó mucha atención cuando visitó estas tierras en 1940.
Lo que el nazi no debía de saber es que, según parece, estaba admirando una copia. Pero claro, cualquiera se lo decía con lo que le gustaban los campos de concentración a este elemento.