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Palacio Linares

Madrid

Audioguía de el Palacio Linares

Qué ver en el Palacio Linares

De paseo por el centro de Madrid, entre la Plaza de Cibeles, el Banco de España con su “bola dorada” y el Palacio de Buenavista, también llamado, por su uso actual, Cuartel General del Ejército existe otro palacio, más discreto en tamaño, pero, seguramente, mucho más equilibrado y armonioso que sus vecinos de plaza. Es el Palacio Linares; un precioso ejemplo de arquitectura neo-barroca, motivo y excusa para contarte unas cuantas anécdotas que van desde lo puramente histórico y artístico hasta lo cinematográfico y paranormal. Vamos a ello…

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De paseo por el centro de Madrid, entre la Plaza de Cibeles, el Banco de España con su “bola dorada” y el Palacio de Buenavista, también llamado, por su uso actual, Cuartel General del Ejército existe otro palacio, más discreto en tamaño, pero, seguramente, mucho más equilibrado y armonioso que sus vecinos de plaza. Es el Palacio Linares; un precioso ejemplo de arquitectura neo-barroca, motivo y excusa para contarte unas cuantas anécdotas que van desde lo puramente histórico y artístico hasta lo cinematográfico y paranormal. Vamos a ello…

¿Empezamos por el cine? En este palacio que estás a punto de visitar y sus alrededores se rodó la mayor parte de la comedia “Patrimonio Nacional” del genial director Berlanga, que en 1981, lo eligió como escenario para las aventuras y desventuras de los marqueses de Leguineche y su loca troupe.

Siguiendo con el séptimo arte, deciros que también justo aquí al lado se encuentra el bar que dio origen a la novela, posteriormente llevada al cine, “Historias del Kronen”. Pero no busques la Cervecería del mismo nombre; no existe.

Lo que sí que existía en este mismo lugar era el Real Pósito de la Villa de Madrid, o sea, el almacén de grano destinado a paliar las posibles hambrunas en tiempos de carestía. Y este fue el uso de este solar hasta que, a finales del siglo XIX, los marqueses de Linares lo compraron al Ayuntamiento de la Villa y Corte para edificar en él su lujoso palacio.

Tal vez debiéramos comenzar por explicarte brevemente quiénes eran estos personajes aparecidos a la sombra del complejo entramado de monarquías, repúblicas, restauraciones y revoluciones industriales tan habituales allá por el siglo XIX español.

Muy brevemente; a la reina Isabel II, esa misma que con su sola designación ya convirtió al país en un campo de batalla, se le concedió una, cuando menos, curiosa oportunidad. Tras haber sido destronada, expulsada y sustituida por un Gobierno Provisional, se le ofreció la oportunidad de que su hijo fuera proclamado Rey. La respuesta la sabéis… o la podéis imaginar: Alfonso XII.

Y con él llegó una Corte formada por antiguos nobles y unos cuantos medio nobles que habían alcanzado título, fama y riqueza gracias a las convulsiones políticas junto a la revolución del carbón, el acero y el vapor. Vamos… lo que hoy llamaríamos nuevos ricos más que nobles de pura casta.

Nuestro marqués de Linares, don José de Murga y Reolid, era uno de estos personajes de nuevo cuño que había labrado su fortuna comerciando con las Américas y los ferrocarriles… y rematando su posición como economista, filántropo y senador. De hecho, era uno de los hombres más ricos de España allá por 1858.

Procedente de una adinerada familia de comerciantes vascos, nombrado Marqués –y vizconde por el breve rey Amadeo de Saboya, tuvo a bien casarse con Raimunda de Osorio y Ortega, y es este aparentemente normal, romántico y sencillo hecho, lo que traslada nuestra historia a una nueva dimensión; la de lo desconocido.

Se contaba en los “mentideros de la villa”, algo así como las redes sociales de la época, sin tablets pero con porras y chocolate, que la susodicha doña Raimunda era, en realidad, una hermanastra de don José fruto de un “desliz amoroso” de su padre. También se comentaba que ambos enamorados, al conocer su parentesco, pidieron al papa permiso para permanecer casados. Este, previo pago, promulgó una bula o autorización eclesiástica a medida de los pecadores en cuestión, la cual venía a significar que ambos podían hacer manitas de vez en cuando, mezcladas con candorosas miraditas. Y todo ello sin convertirse en pecadores.

Pero, la carne es débil y, siempre según la leyenda, o las malas lenguas, se permitieron algo más de roce… Así que fruto de ello, nació una niña a la que sus padres horrorizados por el pecado cometido, y tal vez por el qué dirán, ahogaron y emparedaron en el propio Palacio, La leyenda continua y, hoy en día, hay quien asegura que el espíritu de Raimundita se pasea por los salones del, durante muchos años abandonado, Palacio, cantando canciones infantiles y llamando entre sollozos a sus padres…

Así que, aunque el restaurado palacio siga siendo una joya de la arquitectura y las artes decorativas de finales del XIX y, hoy en día, la sede de la Casa de América, tu verás si te atreves a entrar, ver, oír y descubrir todo lo que entierra… perdón encierra entre sus 4 paredes.


Palacio Linares

Plaza Cibeles, 2
29001 Madrid
(+34) 915 954 800

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Etiquetas: Eclecticismo

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