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Castillo de Santa Catalina

Jaén

Audioguía de el Castillo de Santa Catalina

Qué ver en el Castillo de Santa Catalina

Habitualmente, allí donde hay una ciudad antigua, ha habido una fortificación militar. Y para encontrar lo que queda de ella, si es que queda, solemos tener que subir a alguna montaña que domine el entorno.

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Habitualmente, allí donde hay una ciudad antigua, ha habido una fortificación militar. Y para encontrar lo que queda de ella, si es que queda, solemos tener que subir a alguna montaña que domine el entorno.

Pues en este caso, Jaén es la ciudad antigua y el Castillo de Santa Catalina es la fortificación. La última de las muchas que a lo largo de los siglos, fueron construyéndose en este cerro. Incluso las tropas de Aníbal se protegieron en el lugar hace muchísimos siglos, pero las historias más interesantes nos llegan de la Edad Media, que ya sabes que es una mina de anécdotas.

Los árabes controlaban por entonces la ciudad, y tenían en la cumbre su correspondiente alcázar. Mantuvieron ambas cosas mucho tiempo, pero en 1245 llegó Fernando III con ganas de pelea y, tras unos meses de asedio, advirtió al rey de Jaén, Alhamar, de que más le valía sentarse con él a hablar de negocios.

La oferta de Fernando debió de ser algo parecido a esto: tú te vas de aquí y yo dejo que sigas siendo rey de Granada; al menos por el momento…

Alhamar tragó saliva, entregó Jaén y se declaró vasallo del rey cristiano, retirándose a tierras granadinas y obligándose a pagar un dineral cada año. Así que la ciudad cambió de manos, y en poco tiempo estaban los nuevos dueños, Fernando y Juana, emprendiendo obras en aquella antigua fortaleza islámica. El resultado iba a ser un castillo medieval de esos de libro, con sus almenas y sus torres cuadradas, que también mantendría ocupados a su hijo Alfonso X el Sabio y al nieto de este último, un tal Fernando IV.

Terminadas las luchas entre la cruz y la media luna, murallas y torres perdieron, por un tiempo, su razón de ser. Pero la historia siempre acaba trayendo más jaleos, y en los siglos XV y XVI hubo que hacer nuevas modificaciones en el coloso de piedra.

Y aún quedaban por llegar los soldados de Napoleón, que aparecieron un día del siglo XIX en Jaén y fueron derechos a ocupar la fortaleza. Colocaron sus cañones, hicieron sus reformas y se quedaron disfrutando de las vistas, hasta que la invasión se les torció y se vieron obligados a cambiar de aires. Eso si, volando el castillo antes para que nadie más pudiera usarlo.

A todo eso, y también a unos cuantos pepinazos que cayeron en las Guerras Carlistas, tuvo que sobrevivir el Castillo de Santa Catalina. Pero por suerte lo tienes ahí, maravillosamente conservado y esperando para enseñarte una panorámica que, puedes creernos, no se ve todos los días.


Castillo de Santa Catalina

Cerro Santa Catalina, s/n.
23003 Jaén
(+34) 953 12 07 33

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Etiquetas: Guerras y Batallas

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