Como bien saben Tom Hanks y su amigo Wilson, todo náufrago que se respete acaba en una isla. A partir de ahí hay varias posibilidades: por ejemplo que la isla esté desierta o que esté habitada por caníbales.
Pues bien, tenemos que hablarte de todas esas cosas: del Parque Nacional del Archipiélago de Cabrera, de su isla principal y de canibalismo.
Seguramente te extrañará la idea de que en el Mediterráneo, que es un mar civilizado de toda la vida, se hayan dado episodios de antropofagia. Y todavía es más raro en las Baleares, que están ahí al lado, con sus calas paradisíacas y sus veraneantes.
Pero el archipiélago da para mucho más de lo que nos dicen esos clichés, y resulta que Cabrera y sus islotes son un paraje muy poco alterado por el tiempo y la especie humana. Un paraje impresionante, sin duda, pero también muy suyo. La mar de suyo.
Ahora retrocedamos un par de siglos. El ejército español acaba de dar la campanada en Bailén, dejando a toda Europa boquiabierta porque las tropas de Napoleón, imbatibles hasta entonces, han sido aplastadas bajo el sol andaluz. La noticia es tremenda, pero ya sabes que los titulares no lo cuentan todo. Y es que a los vencedores se les presenta un dilema con los prisioneros: como se han rendido, está feo matarlos; pero ni hablar de devolvérselos a Bonaparte, que bastantes soldados tiene ya.
Así que se toma la decisión de abandonarlos durante 5 años en la isla de Cabrera. Muy bonita, pero no precisamente llena de oportunidades para llenar la barriga. Así que en cuanto escasean los suministros, los soldados aquí confinados, que son varios miles, empiezan a pasarlo mal de verdad. Porque contemplar el paisaje no resulta muy consolador no teniendo qué comer, y la rebosante vida del archipiélago está más bien bajo el agua. Sin una mala navaja, sin traje de buceo y sin nada, los pobres franceses acaban enloqueciendo de hambre, y tras las primeras muertes por inanición se dan a la gastronomía en su modalidad de canibalismo. Hoy, puedes visitar los restos de sus barracones a pesar de que los mismos prisioneros intentaron quemarlo todo para borrar ese lugar y su tormentoso recuerdo.
Y es que resulta difícil imaginar semejante horror mirando estas aguas maravillosas en las que nadan tortugas y delfines, y caminando por una tierra que también pisaron piratas berberiscos, romanos y cartagineses. Se dice, incluso, que el mismísimo Aníbal pudo nacer aquí al lado, en la isla Conejera.
Ya más recientemente, entre los años 1972 y 1986, este lugar fue utilizado de forma exclusiva por los militares para sus prácticas. Hubo varios movimientos sociales, tutelados por Greenpeace, que no le encontraban la gracia a ver cómo se destruía el ecosistema entre maniobras y cañonazos. Finalmente, en 1991 el lugar se declaró Parque Nacional Marítimo Terrestre, dándose así por clausurados oficialmente los juegos de guerra.
Una necrópolis bizantina y el Castillo de Cabrera son otros dos lugares que hay que ver por aquí. Y con esta última fortificación vamos a finalizar esta audioguía contándote que semejante mole de piedra hexagonal ha soportado tantos asedios, que solo en el siglo XVI fue reconstruido 10 veces. Y es que tan peligroso era ser vigilante aquí, que era uno de los trabajos mejor pagados de la isla y aun y todo, en muchas ocasiones había que mandar prisioneros para rebajarles la condena a cambio de jugarse el tipo cuidando este lugar.