Seguro que conoces un retrato de Quevedo en el que el corrosivo escritor aparece con la cruz de Santiago en su pecho, bien a la vista. Pues esa cruz no era una distinción cualquiera, y te contamos esto por dos motivos: porque en Villanueva de los Infantes verás esa señal un montón de veces y porque Francisco de Quevedo murió precisamente aquí, en una celda del convento de los dominicos.
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Seguro que conoces un retrato de Quevedo en el que el corrosivo escritor aparece con la cruz de Santiago en su pecho, bien a la vista. Pues esa cruz no era una distinción cualquiera, y te contamos esto por dos motivos: porque en Villanueva de los Infantes verás esa señal un montón de veces y porque Francisco de Quevedo murió precisamente aquí, en una celda del convento de los dominicos.
Pero vayamos un poco más atrás, a ver de dónde sale esta villa llena de iglesias, ermitas, blasones, pórticos de piedra y recovecos sorprendentes.
En la época en que los cristianos repoblaban La Mancha, allá por el siglo XIII, había una aldea llamada Jamila bajo el dominio de la Orden de Santiago. Pero parece que sus aires no eran muy saludables, así que animados por un incendio, la gente se trasladó a un lugar mejor, conocido como La Moraleja. La nueva población creció y creció, y en 1421 logró la independencia de Montiel y su propia jurisdicción. Como en aquello había tenido mucho que ver Don Enrique, infante de Aragón y maestre de Santiago, la villa se rebautizó con el nombre de Villanueva del Infante. Pero tiempo después, por estos vanidosos asuntos entre los poderosos, se cambió a Villanueva de los Infantes para que nadie se enfadara.
El lugar continuó prosperando, y llegaría a ser foco cultural e intelectual de la región manchega. Y no hablamos de una época cualquiera, no, sino del Siglo de Oro español. Entre grandes festejos, corridas de toros y bulliciosos corrales de comedias, por la noble Villanueva pululaban personajes de la talla de Cervantes, Lope de Vega, el mencionado Quevedo y otros humanistas e intelectuales de la época.
Todos esos nombres se unen al ilustre conjunto arquitectónico por el que hoy puedes pasear. La bella Plaza Mayor, las fachadas cargadas de escudos aristocráticos y la gran cantidad de espléndidos edificios religiosos no engañan: aquí hay un pasado renacentista y barroco muy serio, y si lo recorres con calma darás con lugares y nombres tan sugerentes como la Casa del Caballero del Verde Gabán, la cual aparece descrita en un capítulo de El Quijote.
Y es que aquel caballero, flaco y un poco tocado del ala, pudo también tener su relación con Villanueva de los Infantes. Hay estudiosos que sostienen que el «lugar de la Mancha» del que habla una famosa novela podría ser justamente éste de cuyo nombre no quiero acordarme…