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Casa Calvet

Barcelona

Audioguía de la Casa Calvet

Qué ver en la Casa Calvet

Tú creías que con la casa Batlló, la Pedrera, la Sagrada Familia y el Parque Güell ya tenías dominado al Gaudí barcelonés, ¿eh? Bien, pues espera a que te presentemos la Casa Calvet, en pleno Eixample.

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Tú creías que con la casa Batlló, la Pedrera, la Sagrada Familia y el Parque Güell ya tenías dominado al Gaudí barcelonés, ¿eh? Bien, pues espera a que te presentemos la Casa Calvet, en pleno Eixample.

Delante de ella no apreciarás las colas que hay en las otras, y, sin embargo, vale muchísimo la pena. No solo porque de Gaudí sería interesante ver hasta cómo doblaba la servilleta, sino también porque es la primera casa que el amo del modernismo proyectó en el Ensanche de la ciudad, y por tanto la hermana mayor de las muy mimadas Batlló y Milà.

Allá por 1898, don Antoni ya era un arquitecto respetado y admirado, y parece que no le acabó de hacer gracia el encargo de la viuda y los hijos de Pere Màrtir Calvet, porque aquel entorno no le daba demasiado juego a su fantasía desatada. O sea: no iba a ser tan divertido como proyectar el Capricho de Comillas o el Palacio episcopal de Astorga.

Sin embargo, el hombre se puso al trabajo y se sacó de la manga un espléndido homenaje al barroco catalán, lo que no dejaba de ser casi una provocación en una época en que el modernismo barcelonés sacaba pecho y se creía lo más de lo más.

Aunque claro, con Gaudí la cosa no podía quedarse en el historicismo o en la mirada nostálgica al pasado: además de florones, columnas estriadas y gabletes curvados rematando la fachada, en la Calvet introdujo elementos originales, símbolos a porrillo y pequeñas travesuras que guardan también ciertos significados, como la chinche que es espachurrada por el picaporte de hierro forjado y que, según parece, representa el pecado aplastado por la cruz.

Además, para dejar bien contentos a los clientes, coronando la fachada colocó a Sant Pere Màrtir (en homenaje al difunto patriarca) acompañado de Sant Genís d'Arle y Sant Genís de Roma. Sobre la puerta principal, una «C» bien visible recuerda a todo el mundo a quién pertenece la edificación.

Resulta una maravilla la habilidad del autor para dar ligereza a un estilo tan pesado, y para conseguir un resultado tan elegante y armónico. Tanto, que el Ayuntamiento le concedió el premio a la mejor casa construida en 1899 sin siquiera pedirlo el arquitecto, y las revistas de la época echaron flores a su maestría y su buen gusto. Se dijo, incluso, que se trataba de una casa muy adecuada para la clase media. ¡Pues vaya con la clase media!

Como comprobarás, de la Casa Calvet solo puede verse el exterior; también la planta baja, si es que decides tomarte algo en el restaurante que hoy la ocupa. En tiempos, en ese espacio estaban las oficinas de los empresarios que encargaron la obra, dedicándose el sótano a almacén y los pisos a vivienda.

Seguramente no te habría importado vivir en un sitio como este, pero mira, ya es una suerte poder pararse a verlo y admirarlo. Que no te ocurra lo que a mucha gente, que pasa aquí de largo sin darse cuenta de que se está perdiendo una casa de Gaudí. ¡Y eso no tiene perdón!


Casa Calvet

Carrer de Casp, 48
08010 Barcelona

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