Níjar no es solo un pueblo. Es también toda una comarca que te llevará tu tiempo recorrer. ¡Pero te aseguramos que será un tiempo muy bien empleado!
El paisaje que vas a encontrar es árido como muy pocos en Europa. Una parte pertenece al Parque Natural Marítimo-Terrestre de Cabo de Gata-Níjar, con muchísimos kilómetros de costa, grandes acantilados y un fondo marino que es un verdadero tesoro. Un azul que contrasta mucho con el tono marrón de los cerros y las montañas, donde luce a sus anchas el blanco de las bonitas casas nijareñas.
Se podría decir que no hay época histórica que no haya dejado huella aquí. En la necrópolis del Barranquete te esperan tumbas con más de cuatro mil años, y tampoco faltan en la zona unos cuantos recuerdos de la Roma que dominó el Mediterráneo de punta a cabo.
Pero claro, lo más presente es la memoria del esplendor árabe. Los aljibes y otras obras hidráulicas que abundan en Níjar deben mucho a aquella cultura y su tendencia a hacer filigranas con el agua. Algo la mar de útil en un paraje tan seco como este.
Toca visitar por aquí el célebre Cortijo del Fraile, donde en 1928, sirvió como escenario de un crimen pasional: Francisca huía en la madrugada del día de su boda junto a su primo Francisco a lomos de una mula. Mala idea elegir una montura tan lenta, porque les pillaron, le dieron plomo a él… y la estrangularon a ella. Pero se hizo la muerta antes de ser asfixiada del todo y así pudo sobrevivir. Aquella historia fue la que inspiró a Lorca en su obra teatral Bodas de sangre, que también se llevó al cine. Y hablando del séptimo arte, que sepas que décadas después, del mismo lugar salían muchos de los legendarios spaghetti-western de Sergio Leone, así que leyendas, reales y ficticias, no se puede decir que le falten a Níjar.
Tampoco les faltan historias a los castillos de la costa. Fueran barcos franceses o piratas berberiscos, por estas aguas siempre llegaban peligros y gentes de carácter más bien tirando a agresivo. Así que se fueron plantando fortalezas, algunas de ellas sobre antiguas construcciones musulmanas, que disuadieran a los que buscaban un saqueo fácil. Los castillos de San Ramón, San Pedro o San Felipe siguen ahí, con su intimidante estampa, para que nadie olvide lo que valía un peine hace no tantos siglos. Deberías, además, ver la Torre de los Alumbres y la Iglesia de Santa María de la Anunciación, que tiene tanto de templo como de baluarte defensivo.
No dejes de subir a la Atalaya, el único resto del castillo árabe que en su día defendió la villa de Níjar. A lo mejor descubres desde allí alguna pista del fabuloso tesoro que, según la leyenda, esconde una de las grutas del Cabo de Gata. Y si lo encuentras, ya sabes… ¡Avísanos por el tema de las comisiones!